CUIDATE PERO NO TANTO
Nos dicen: "Cuídate", con esa voz suave y cargada de buenas intenciones, como si fuera una bendición moderna, casi un mantra.
Pero cuando empiezas a hacerlo de verdad —no en lo superficial, no con la mascarilla facial del domingo, sino en lo profundo, lo incómodo, lo que implica decir que no—, entonces empieza el silencio.
Empiezas a cuidar tu salud mental porque el cuerpo te avisa. Porque hay días en los que no puedes con el ruido del mundo, porque hay noches en las que la mente no para, y parece una central eléctrica en cortocircuito. Porque se te olvidan las cosas, y el médico dice que es el estrés, que hay que bajar el ritmo. Y tú lo intentas. De verdad que lo intentas.
Y es entonces cuando te das cuenta de algo brutal: que poner límites también es una forma de perder gente.
Cuando dices: “Ahora no puedo”,
cuando no respondes tan rápido,
cuando necesitas silencio,
cuando priorizas dormir,
cuando no estás disponible como antes...
Entonces, esas mismas personas que te decían “cuídate” empiezan a alejarse. Ya no te miran igual. Te retiran el saludo. Te tachan de egoísta, de rara, de distante. Como si cuidarse fuera una traición.
Pero ser asertiva es una forma de quererse.
Decir “no puedo ahora” no es dejar de amar al otro; es empezar a amarte a ti.
Y no siempre va a gustar. Porque sanar también significa poner límites donde antes ponías excusas.
La inteligencia emocional no es complacer a todo el mundo para no incomodar.
Es sostener la incomodidad de ser fiel a ti, aunque el precio sea el silencio ajeno.
Así que si te ves reflejado: cuídate. Pero de verdad. Aunque te duela.
Aunque duela perder a quien solo te quería cuando te olvidabas de ti.
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