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La muerte no es lo que creemos

La palabra muerte viene del latín mors, mortis, que significaba “fallecimiento” o “fin de la vida”. Ese latín, a su vez, procede de una raíz indoeuropea muy antigua: *mer-, cuyo sentido básico era desaparecer, extinguirse, dejar de ser. De esa misma raíz vienen palabras en muchas lenguas: mortal, mortífero, morir (latín) murder (inglés) mort (francés) Mord (alemán) Desde el origen, la palabra no aludía a un castigo ni a un personaje, sino a una interrupción, un apagarse. Ala muerte se le puso muerte porque los humanos nombramos primero lo que tememos o no comprendemos. La muerte fue una de las primeras experiencias universales que exigió nombre: alguien estaba y luego ya no estaba. El nombre no explica la muerte; solo marca el límite:aquí termina lo visible, lo conocido, lo controlable. Con el tiempo, las culturas la personificaron (la Parca, la Santa Muerte, Hades), pero el nombre original no era un ser: era un hecho. Nombrarla fue una forma de domesticar el misterio. Ente...

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