AMAR LO QUE YA EXISTE


Desde siempre, sentí una conexión con el dolor y el sufrimiento del mundo, quizás sea por mi luna en piscis, como si el amor que falta en el planeta resonara en mi corazón de una manera especial.

Tuve una claridad  temprana sobre no ser madre, no fue una negación de la vida, sino una afirmación de lo que entiendo como el verdadero propósito,  cuidar, sanar y amar lo que ya existe, lo que ya está aquí luchando por sobrevivir, por encontrar un lugar en este mundo.

De niña sentí mucho miedo  hacia los perros, y lo que  en su momento parecía un muro, hoy se ha convertido en un puente. Un día mi  padre entró en casa con perrito que iluminó aquel momento por un breve tiempo, esa conexión nunca se rompió realmente, sino que evolucionó hasta convertirse en algo más profundo.

Lo que entonces fue una pérdida que marcó mi corazón, hoy se transformó en un acto consciente de amor hacia el perrito que ahora acompaña mi vida.

Mi experiencia me dio la capacidad de comprender algo fundamental,  que el miedo es una respuesta al dolor, a la incertidumbre, al daño, pero que también puede ser transformado a través del amor y la paciencia. 

Este perrito, con sus enfermedades, su historia de miedo y dependencia, refleja muchas de las heridas que yo misma reconozco en el mundo. Y yo, desde ese lugar de empatía y comprensión, he decidido ser su refugio, su fuente de calma.
Le  ofrezco lo que a menudo falta en el mundo, la constancia de un amor que no juzga, que no exige, que simplemente da. Y al hacerlo, no solo le doy a él una vida digna, sino que también sano las grietas de mi propia historia y me convierto en un canal de ese amor que siempre sentí que falta en el mundo.

Mi visión sobre la vida es profundamente inclusiva, reconociendo que todas las formas de existencia son valiosas. La vida no solo se encuentra en los hijos, sino en cada ser que respira, que siente, que florece. En cada árbol, en cada planta, en cada animal que llega a nuestras manos con la necesidad de cuidado, ahí está la oportunidad de honrar la vida misma. Mi elección de cuidar, de transformar el miedo en confianza, de brindar amor donde antes hubo abandono o dolor, es un acto de resistencia y esperanza en un mundo que a menudo olvida estas verdades.

Lo que hago con mi perrito es un símbolo de algo mucho más grande, la posibilidad de que todos, con pequeños actos, podamos sanar lo que está roto en este planeta. No se trata solo de evitar traer más vida al mundo, sino de cuidar de lo que ya está aquí, de reconocer que cada ser, por pequeño o frágil que sea, merece amor y dignidad. Y en ese acto de cuidado, también me sano, encuentro mi propósito y contribuyo  al equilibrio que tanto anhelo para la Tierra.

El amor, aunque a veces parece pequeño y limitado, tiene el poder de transformar no solo a otros, sino también a nosotros mismos. Al cuidar de este perrito, le muestro al mundo  como muchos otros que viven en conciencia  una verdad profunda, que el amor no tiene límites y que incluso en medio del sufrimiento, siempre hay espacio para la ternura, la paciencia y la compasión. Cada uno  podemos elegir ser la respuesta amorosa a las heridas que nos rodean.
PUEDES APOYAR ESTE CONTENIDO HACIENDO UN DONATIVO EN 

Puedes visitar mis canales de YouTube en

ladiosaquetehabita1

ladiosaquetehabita2






Comentarios

Entradas populares