EL DIVORCIO Y LA SEPARACIÓN INVISIBILIZADOS
El duelo por una separación vs. el duelo por una viudez
El duelo por una separación amorosa y el duelo por la muerte de una pareja tienen similitudes en cuanto al dolor emocional, ya que ambos implican una pérdida profunda de un vínculo significativo. En ambos casos, no solo se pierde a la persona, sino también el proyecto de vida, las ilusiones, y la identidad compartida que se había construido en la relación.
Sin embargo, la sociedad suele reconocer y validar más el dolor de una viudez que el de una separación, viéndola como la máxima expresión del amor duradero, hay un prejuicio cultural que tiende a idealizar las relaciones largas, especialmente las que llegan a la vejez, sin cuestionar si esas relaciones fueron felices o auténticas, no todas las relaciones largas son sinónimo de felicidad o amor verdadero, muchas parejas permanecen juntas por motivos ajenos al amor, costumbre, hijos, dependencia económica, emocional, las presiones sociales o el miedo al cambio, lo que significa que la duración no siempre refleja la calidad de la relación. Sin embargo, culturalmente seguimos idealizando las relaciones longevas, asociándolas con éxito y virtud, mientras que las separaciones suelen verse como fracasos.
Las personas que quedan viudas suelen recibir más empatía social, mientras que las personas jóvenes que enfrentan rupturas amorosas profundas son muchas veces invisibilizadas o se espera que “superen” su dolor rápidamente. La primera es vista como una pérdida “definitiva” e inevitable. En cambio, la separación, aunque igualmente dolorosa, se percibe como “evitable” o incluso como algo que podría revertirse (una reconciliación, por ejemplo), lo cual minimiza su reconocimiento como un duelo legítimo.
Esto genera una percepción desigual del dolor ya que se tiende a valorar más el sufrimiento de una viuda o viudo que pierde a su pareja después de una vida juntos, sin considerar que esa relación pudo haber sido infeliz o insatisfactoria. Al mismo tiempo, se minimiza el sufrimiento de alguien que, aunque joven, ha perdido un amor profundo y todas las expectativas de futuro que había puesto en esa relación.
La invisibilización del duelo por separación
En la sociedad actual, las rupturas de pareja, incluso cuando son significativas, no siempre son vistas como eventos que merecen atención o compasión. Esto se debe a la normalización de las separaciones en un mundo donde las relaciones son más transitorias y el divorcio es más común, se ha perdido la percepción de la separación como un hecho traumático o significativo, lo que hace que las personas afectadas no reciban el apoyo emocional necesario.
La presión de "seguir adelante": La sociedad tiende a exigir que las personas muestren fortaleza y sean resilientes de inmediato y no se les permite mostrar su vulnerabilidad. Esto dificulta el proceso natural del duelo, que requiere tiempo para asimilar la pérdida. Además muchas personas son juzgadas con comentarios como “seguro algo hiciste mal” o “mejor sola que mal acompañada”, en lugar de recibir empatía y comprensión. O los típicos comentarios de que, hay más peces en el mar, o de que hay más oportunidades especialmente en rupturas en edades tempranas, muchas veces se escucha, “Eres joven, encontrarás a alguien más”. Si bien esta frase puede tener buenas intenciones, invalida el dolor actual y minimiza la profundidad de la pérdida.
Falta de rituales de cierre, a diferencia de la muerte, donde existen rituales claros como funerales que ayudan a las personas a procesar la pérdida y recibir apoyo, las separaciones carecen de estos momentos de validación colectiva del dolor.
El impacto emocional de las rupturas amorosas
El dolor de una ruptura no solo tiene que ver con la pérdida de la pareja, sino con la pérdida de uno mismo dentro de la relación. En una separación, muchas veces se desmoronan aspectos fundamentales de la identidad personal, como el proyecto de vida compartido, el imaginarte un futuro con alguien y esa visión desaparece, el enfrentarse al vacío de tener que replante comenzar de cero.
En una relación de compromiso, muchas veces nuestra identidad se entrelaza con la de la otra persona: “somos un equipo”, “somos una familia”, “somos parte del futuro del otro”. Una separación puede hacer sentir como si hubieras perdido una parte de ti mismo, y reconstruir esa identidad individual puede ser un proceso largo y doloroso. La ruptura no solo significa dejar atrás el presente y el pasado con esa persona, sino también renunciar a todas las ilusiones y metas compartidas. Esto se siente como una doble pérdida, la de la relación en sí y la del futuro que habías soñado junto a esa persona.
Aunque las rupturas son dolorosas, con el tiempo es posible resignificar lo vivido. Agradecer los momentos compartidos y lo que aprendiste de la relación puede ser un paso crucial para sanar y seguir adelante. En este sentido, valorar tanto las relaciones largas como las más cortas, sin compararlas entre sí, nos permite reconocer el valor de cada experiencia en nuestra vida y quienes han tenido la oportunidad de compartir la vida entera con una pareja deberían, en cierto sentido, sentir gratitud por haber experimentado algo que muchas personas nunca llegan a vivir.
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