LA GUIA DIVINA
En el camino hacia cualquier meta significativa, nos encontramos con voces externas que intentan moldear nuestras decisiones, muchas veces desde el miedo, la inseguridad o incluso el amor mal entendido. Familias, amigos, colegas… todos tienen opiniones sobre lo que deberíamos hacer, sobre lo que es "posible" o "imposible". Y, sin darnos cuenta, esas voces pueden convertirse en cadenas que limitan nuestro crecimiento.
Sin embargo, existe una voz más profunda, más certera, que no se basa en temores humanos sino en propósito divino. Escuchar a Dios no es tarea fácil cuando el ruido del mundo insiste en imponerse. Requiere valentía cerrar los oídos a las dudas ajenas y abrir el corazón a la verdad que nos ha sido destinada. Dios tiene un plan único para cada uno de nosotros, pero muchas veces ese plan choca con las expectativas de los demás.
La gente tiene la costumbre de interceder en la vida de los otros, muchas veces sin mala intención, pero proyectando sus propios límites. “Eso es muy difícil”, “no lo lograrás”, “mejor busca algo más seguro”… son frases que han apagado demasiados sueños. Pero cuando uno decide dejar de escuchar a los demás y escuchar a Dios, sucede algo poderoso: se activa el propósito, se refuerza la fe y se camina con la certeza de que, aunque el camino sea desafiante, está guiado por una sabiduría mayor.
He elegido seguir la voz que me impulsa en lugar de la que me detiene. Y este es un testimonio de coraje, de fe y de determinación.
Cuando Dios pone un propósito en el corazón, ninguna opinión externa debería tener más peso que Su voz. A veces, el verdadero éxito no es solo llegar a la meta, sino haber tenido la valentía de recorrer el camino con fe.
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