EL CARRITO DE MI PERRO ES UNA NECESIDAD

El Carrito de mi Perro: Más que un Capricho, una Necesidad

Estoy harta. Harta de los cuchicheos, de las miradas de reojo, de los juicios sin sentido. Harta de la infantilidad de tantos adultos que se creen con derecho a opinar sobre lo que no saben. Porque, sí, llevo a mi perro en un carrito, y no, no es por capricho ni porque tenga un supuesto “síndrome de no haber sido madre”. Es porque es lo mejor para él y también para mí movilidad.

Mi perro tiene una enfermedad degenerativa en la columna. A pesar de ello, sigue siendo un espíritu libre: le encanta caminar, correr, explorar. Pero luego llega el problema. Un paseo largo, aunque él lo disfrute en el momento, significa dolor y dificultades al día siguiente. Y yo, que lo conozco mejor que nadie, sé cuándo es momento de darle descanso. Por eso el carrito no es un capricho, es una herramienta. Me permite que él disfrute sin sufrir después. Me permite que me acompañe a hacer gestiones sin que sufra consecuencias. Me permite, en definitiva, darle la mejor calidad de vida posible.

Lo curioso es que nadie se sorprende cuando una persona usa un andador. Nadie murmura cuando alguien va en silla de ruedas. ¿Por qué con los animales sí? ¿Por qué seguimos sin entender que ellos también envejecen, enferman, sufren y necesitan adaptaciones? La empatía no puede ser selectiva.

Además, criar y cuidar de un perro con necesidades especiales no es fácil. Implica estar atenta a cada detalle, adaptar la rutina, encontrar soluciones. Implica, en mi caso, ser la única persona que sostiene todo esto. Y no siempre es fácil y aún cuando se haga con todo el amor.

El carrito no es un juguete, no es una excentricidad, no es un capricho. Es una necesidad. Me ha permitido hacer mi vida con él sin que eso implique perjudicar su salud. Me ha permitido seguir adelante sin tener que elegir entre sus necesidades y las mías. Y lo más importante: me ha permitido seguir disfrutando de su compañía sin que el dolor le robe la alegría.

Así que, a todos esos adultos que cuchichean, que critican, que creen saberlo todo sin saber nada, les digo: antes de opinar, antes de juzgar, antes de reírse, pregúntense si realmente conocen la historia detrás de lo que ven. Porque detrás de este carrito hay amor, responsabilidad y la firme decisión de darle a mi perro la mejor vida posible. Y eso, señoras y señores, no es para burlarse. Es para aprender.


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