Las velas como luz en el camino

Las velas como luz en el camino

Para mí las velas tienen un poder simbólico profundo. Son pequeñas llamas que desafían la oscuridad, que traen calidez, que marcan momentos de introspección, sanación y renacimiento. Para muchos, hacer velas es solo una manualidad, pero para otros, es un acto de amor, una práctica de conexión, un ritual que lleva luz tanto al mundo exterior como al interior de quienes las creamos.

Mi historia con las velas no es solo un relato de creatividad, sino también de resiliencia. Fueron  aliadas en momentos de cambio, herramientas que me ayudaron y   a construir nuevos comienzos. Desde pagar un alquiler hasta sostener procesos emocionales, cada vela que hice no fue solo cera y mecha, sino intención y energía.

Después de aquella caída en 2022, hubo una pausa. Y a veces, la vida nos detiene para que podamos observar desde otra perspectiva. Pero hoy, al retomar este arte para acompañar a mi compañera en su embarazo, me he reencontrado con esa luz que nunca dejó de estar en mi. Es hermoso cómo un simple gesto—hacer velas de lavanda y rosa—se transforma en un acto de acompañamiento y amor.

Las piedras que uso, como la amatista, el cuarzo rosa y la turquesa, no son solo adornos. Son símbolos de energía, sanación y protección. Al mezclarlas con flores secas y aceites esenciales, creo no solo una vela, sino un mensaje, una intención, una guía para quien la recibe.

Las velas, entonces, son mucho más que un objeto. Son un puente entre lo tangible y lo intangible. Son compañía en los momentos oscuros y celebración en los momentos de luz. Son un recordatorio de que, incluso después de una pausa, siempre es posible volver a encender la llama.


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