LOS CABALLOS DESBOCADOS, LA CEGUERA DEL EGO Y EL OLVIDO DEL ALMA ( PARTE II)
Caballos Desbocados Rumbo a su Propia Muerte: La Ceguera del Ego y el Olvido del Alma
Hace poco hablábamos de las personas que van por la vida como caballos desbocados, movidos por el impulso, el ego, la velocidad y la inercia. Corriendo sin rumbo, sin pausa, sin consciencia. Hoy queremos dar un paso más profundo y, tal vez, más incómodo: esos caballos desbocados no solo están perdidos... están corriendo hacia su propia muerte.
La muerte del alma antes que la del cuerpo
Vivimos en un mundo donde la desconexión se ha normalizado. Las personas viven en piloto automático, atrapadas en rutinas que no nutren, en relaciones que no sanan, en trabajos que los drenan. Se alimentan mal, duermen poco, consumen en exceso y sienten en vacío. El resultado: una erosión silenciosa del alma.
La muerte no siempre llega de golpe. A veces llega en forma de apatía, de enfermedades crónicas, de ansiedad constante, de corazones endurecidos. A veces la muerte empieza mucho antes del último aliento.
Actos cotidianos que aceleran la autodestrucción, donde cada vez que actuamos desde el ego, sin escucha, sin respeto, sin conciencia, adelantamos un poco nuestra muerte.
No paramos a sentir qué necesitamos de verdad.
Cuando callamos la voz interior por miedo al juicio externo.
Cuando tomamos decisiones desde el miedo, la rabia o la codicia.
Cuando contaminamos, agredimos, abusamos o nos desconectamos del cuerpo.
Cuando tratamos a los demás como medios y no como fines.
Todo esto, aunque no lo veamos, nos enferma. Nos apaga. Nos seca.
Un Saturno en Aries que nos grita: “¡Despierta!”
Astrológicamente, no es casualidad que estemos entrando en una etapa tan significativa: Saturno entra en Aries, y Neptuno lo acompaña. Esto no es un detalle más del cielo. Es una llamada universal a parar el frenesí del ego y reconectar con lo esencial.
Saturno nos muestra la ley del karma: lo que siembras, cosechas. Aries nos habla del yo, de la acción, del impulso. Neptuno, por su parte, nos invita a recordar el alma.
Este tránsito nos enfrenta con una pregunta urgente:
¿Hacia dónde estás corriendo? ¿Estás construyendo vida o cavando tu propia tumba emocional, física o espiritual?
No todo está perdido
Este no es un mensaje de condena, sino de conciencia y posibilidad. Porque si bien muchos van camino a su propia muerte, también pueden detenerse. Pueden dar la vuelta.
Detenerse es un acto revolucionario. Mirarse con honestidad es un acto de valentía. Cambiar el rumbo es un acto de amor.
¿Y tú? ¿Hacia dónde vas?
Es tiempo de elegir. Porque este momento que vivimos como humanidad no da lugar a la neutralidad. O despiertas, o te duermes más. O te alineas con el alma, o te ahogas en el ego. O creas vida, o te desconectas de ella.
Los caballos desbocados tienen dos opciones: seguir corriendo hasta colapsar... o frenar, respirar, y recordar por qué corren.
Comentarios
Publicar un comentario