EL TEMPLO, SIMBOLO DEL SER HUMANO

En este post voy a  tocar temas que entrelazan espiritualidad, profecía, metafísica y simbología bíblica. 
El templo en Levítico como símbolo del ser humano
La energía crística como conciencia espiritual interna
La elevación vibratoria y la separación simbólica del "trigo y la paja"
La lucha espiritual y el papel del ser humano como "canal" de lo divino
La actualidad como cumplimiento simbólico de antiguas profecías

El Templo en Levítico como arquetipo del ser humano

En Levítico y en Éxodo se dan instrucciones muy precisas para la construcción del Tabernáculo (Mishkán), que luego será el modelo para el Templo. En la metafísica —influenciada por corrientes como el hermetismo, la cábala y la teosofía— este Templo se interpreta como una representación del ser humano como morada de Dios.

El Atrio Exterior representa lo físico y lo externo: el cuerpo, nuestras acciones y la dimensión material.

El Lugar Santo simboliza la mente, las emociones, el alma en proceso de purificación.

El Lugar Santísimo representa la chispa divina, el Yo Soy, la Presencia de Dios en nosotros.

“¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16)

En este marco, la construcción del templo no es un acto físico, sino un proceso espiritual interno: purificarse, alinearse, vaciarse del ego para ser un canal consciente de lo divino. En tiempos de transformación energética, como los que atravesamos, este proceso se acelera.


La Energía Crística: No como persona, sino como estado de conciencia

La llamada "energía crística" o conciencia crística no es exclusivamente patrimonio del cristianismo. Se refiere a un estado superior del alma, donde se vive en unión con el Amor, la Sabiduría y la Voluntad divina.

Jesús no vino a fundar una religión, sino a despertar esa conciencia universal que ya habita en nosotros. Él mismo dijo:
"El reino de Dios está dentro de vosotros." (Lucas 17:21)
"Cosas mayores que estas haréis." (Juan 14:12)

Aceptar la energía crística es reconocer nuestra divinidad latente y activarla a través de la compasión, la verdad, el servicio y la conciencia despierta. En ese sentido, la segunda venida de Cristo no es externa, sino interna y colectiva: es el despertar de la chispa crística en cada ser humano.

La Separación del Trigo y la Paja: Un cambio vibracional en que nos encontramos en este momento

En el evangelio se menciona que al final de los tiempos se separará el trigo (el fruto útil) de la paja (lo superficial, el ego, la ilusión). Desde una lectura metafísica, esto no se refiere a una condena moral, sino a un proceso de purificación vibracional.

La Tierra está  elevando su frecuencia. En esta nueva vibración, las energías densas (odio, control, manipulación, egoísmo) no pueden sostenerse. Es por eso que:

Muchas estructuras externas colapsan (sociales, políticas, religiosas).

A nivel interno, hay crisis personales que empujan al despertar.

Se habla del "fin de los tiempos" como fin de un paradigma, no del planeta.

La separación del trigo y la paja ocurre dentro de nosotros: lo esencial permanece, lo ilusorio se disuelve.

El Ser Humano como Templo: Campo de batalla espiritual

Estamos, en una lucha espiritual, no solo entre el bien y el mal externos, sino dentro de cada individuo: entre el ego (el viejo yo) y el Yo Superior (la presencia divina). En este sentido:

El templo debe ser consagrado (intención, silencio, autoconocimiento).

Debe ser limpiado (perdón, desapego, sanación).

Y debe ser activado (oración, meditación, servicio, conexión con la Fuente).


Este proceso no es pasivo. Requiere disciplina espiritual, honestidad interna y apertura al misterio. Es en este "templo interno" donde se libra la batalla final: ¿seremos canales del amor o del miedo?

Las Profecías y la Era Actual

Las profecías Mayas, Hopi, el Tercer Secreto de Fátima, y otras, tienen algo en común: una advertencia y una esperanza.

No se trata del "fin del mundo", sino del fin de un ciclo y el nacimiento de uno nuevo.

Las llamaradas solares, la inversión magnética, los cambios climáticos, pueden verse no solo como fenómenos físicos, sino como reflejo de un proceso espiritual colectivo.

La Tierra misma es un ser vivo en evolución, y nos está empujando a evolucionar con ella.

La llegada de esta “energía” es un llamado a la transformación interior, al despertar de la conciencia colectiva. Y cada uno debe permitir esa energía crística en su corazón para ser parte activa del cambio.

Reconstruye tu Templo

Este es un tiempo sagrado. Los velos se caen. Las máscaras se disuelven. Y la Divinidad busca templos vivos donde habitar.

Ese templo eres tú.
Ese fuego es la energía crística.
Esa purificación es el trigo separándose de la paja.
Esa segunda venida... eres tú despertando a tu esencia divina.

Haz silencio, entra en tu templo interior, y permite que el Amor obre a través de ti.

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