¿QUIÉN CONTRA MÍ?


"Si yo estoy con Dios, ¿quién contra mí?"

He aprendido que cuando decides caminar con Dios, no todos estarán contentos por ti. Hay quienes no soportan verte avanzar, que tu luz brille, que tu paz permanezca donde ellos solo ven caos. He sentido la envidia, los comentarios malintencionados, las miradas cargadas de juicio, los intentos de herirme con palabras disfrazadas de preocupación. Sé lo que es que te deseen mal sin motivo, solo porque no entienden cómo sigues de pie cuando ellos ya te habrían querido ver derrumbado.

Pero a pesar de todo, me aferro a Dios. No porque mi camino haya sido fácil, sino porque sin Él, no tendría la fuerza para soportar lo que muchos no ven. Cada traición, cada palabra de burla, cada deseo oscuro que han lanzado contra mí… todo eso ha sido transformado por Dios en fortaleza. Lo que usaron para destruirme, Dios lo usó para levantarme.

He aprendido a guardar silencio ante la crítica, a perdonar sin que me pidan perdón, y a seguir caminando con la frente en alto, porque mi valor no lo determina la opinión de otros, sino la presencia de Dios en mi vida.

Hoy más que nunca, sé que si Dios está conmigo, nada ni nadie podrá detener el propósito que Él tiene para mí.



Caminar con Dios no me ha hecho la vida más fácil. Al contrario, muchas veces ha significado enfrentar más pruebas, más ataques, más incomprensión. No todos entienden que cuando decides vivir con propósito, con fe, y con verdad, te vuelves un blanco para la envidia, los malos deseos y la crítica silenciosa.

He sentido cómo se cierran puertas que creí seguras, cómo personas que llamaba amigos se alejaron sin explicación. He visto cómo se levantan juicios, cómo se inventan historias, cómo desean que tropiece… solo porque el brillo de Dios en mí incomoda a quienes aún viven en la oscuridad.

Estar con Dios no me ha librado del dolor, pero me ha dado fuerza en medio de él. No me ha protegido de los ataques, pero sí me ha enseñado a no caer derrotada. No me ha prometido comodidad, pero sí victoria. Porque cada lágrima que he derramado ha sido recogida por Él, y cada herida ha sido transformada en cicatriz con propósito.

A veces he querido rendirme. Lo admito. Hay días donde el alma pesa más que el cuerpo, donde la soledad parece ganar. Pero justo ahí, cuando todo parece perdido, Dios me recuerda quién soy, y me levanta otra vez.

Así he aprendido que estar con Dios no significa evitar las tormentas, sino saber que no las enfrento sola. Que si Él está conmigo, entonces no importa cuántos estén contra mí… porque ninguno puede más que Su voluntad.

PUEDES APOYAR ESTE CONTENIDO HACIENDO UN DONATIVO EN 

Puedes visitar mis canales de YouTube en

ladiosaquetehabita1

ladiosaquetehabita2



Comentarios

Entradas populares