ESTAMOS EN TINIEBLAS POR AUSENCIA DE LA VERDAD- EL DEVUEVO DEL SEÑOR
El llamado a ser valientes de Dios
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. — Isaías 9:2
Vivimos tiempos donde la verdad escasea no porque no exista, sino porque muchos huyen de ella. La mentira se ha normalizado, el engaño se disfraza de conveniencia y lo superficial ocupa el lugar de lo esencial. En este contexto, las tinieblas no son solo un fenómeno espiritual: son un sistema que se alimenta de nuestra distracción, de nuestra debilidad y de nuestra apatía.
La humanidad en la sombra, debido a la ausencia de verdad entendiendo que ésta no es neutral; abre la puerta a un tiempo que podríamos llamar el gobierno del hombre sobre el hombre. Es la era donde la justicia se diluye, donde las leyes se aplican según intereses, donde lo que está bien se redefine a conveniencia. Y en medio de esa oscuridad, la injusticia no es una excepción: es la norma.
No es casual que el sistema en que vivimos debilite nuestros cuerpos y espíritus. Desde la alimentación industrializada que erosiona nuestra salud, hasta la farmacéutica que muchas veces trata síntomas sin sanar causas, todo parece diseñado para reducir nuestra vitalidad y autonomía. Un pueblo débil es un pueblo fácil de gobernar.
La expresión de nuevo del Señor evoca algo profundo: no se trata de recuperar nuestras fuerzas simplemente con disciplina o voluntad humana, sino de volver a recibirlas de la Fuente misma. Es un renacer espiritual en el que reconocemos que nuestra valentía no es producto de orgullo personal, sino de comunión con Dios.
El Señor no llama a la pasividad, sino al coraje. Ser valientes de Dios significa estar dispuestos a defender la verdad, aunque duela; a proteger la justicia, aunque cueste; y a caminar en luz, aunque la oscuridad sea mayoría.
Donde la mentira se ha hecho cultura, la verdad será vista como una amenaza. Por eso, el llamado divino es también un llamado a la resistencia. Restablecer el orden no empieza por las instituciones, sino por el corazón humano. El Reino de Dios avanza primero en lo invisible: en la renovación de nuestra mente, en la purificación de nuestros deseos, en la fortaleza para decir no a lo que esclaviza y sí a lo que libera.
La Escritura nos recuerda: No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7). Ese es el espíritu de nuevo del Señor: fuerza para resistir, amor para no endurecernos y dominio propio para no caer en la misma corrupción que combatimos.
Convertirnos en valientes de Dios no es un gesto único, sino una elección diaria. Es decidir, una y otra vez, no ceder ante el miedo, no conformarnos con las tinieblas, no aceptar que la injusticia sea la normal. Es recordar que la verdad no se negocia, y que la luz brilla con más fuerza cuando la noche es más oscura.
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.— Juan 8:32
En estos días de sombras, Dios busca a los que quieran ser de nuevo del Señor: hombres y mujeres que no vivan debilitados por el sistema, sino fortalecidos por el Espíritu. No para dominar, sino para servir; no para imponer, sino para iluminar; no para huir de la oscuridad, sino para entrar en ella como portadores de la luz.
De nuevo, implica volver a empezar, restaurar lo que se había perdido, recuperar la fuerza y el propósito originales. Es un renacimiento, pero no desde nuestras propias fuerzas, sino desde algo mayor que nosotros.
Del Señor señala la fuente: no es un regreso a una versión humana de nosotros mismos, sino a la identidad, la fortaleza y la dirección que vienen de Dios.
En su conjunto, de nuevo del Señor evoca la idea de un rearmarse espiritual, un renacer bajo Su autoridad y Su propósito.
No es solo “volver” a Dios, sino volver con la fuerza de Dios. Es un estado en el que uno se sabe enviado, protegido y capacitado por Él para enfrentar las tinieblas, la mentira y la injusticia sin caer en la desesperanza.
En un sentido bíblico, sería como lo que Isaías describe cuando dice:
Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:31)
Ese de nuevo del Señor es la fuerza que no se agota, el valor que no nace de la ira, sino del amor y la verdad.
Es la diferencia entre luchar por orgullo y luchar por mandato divino.
Con cariño,
✨ Ladiosaquetehabita ✨
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