BAJO EL VOLCAN - otra mirada del día de los difuntos
Bajo el Volcán (1984)
Título original: Under the Volcano
Director: John Huston.
Basada en la novela de Malcolm Lowry.
Ambientada en México, en 1938, durante el Día de Muertos.
Personajes principales: Geoffrey Firmin (ex-cónsul británico, alcohólico), Yvonne (su ex-esposa), Hugh (su hermanastro).
La película retrata un día en la vida de Geoffrey Firmin, ex cónsul británico que vive en Cuernavaca, México, sumido en el alcoholismo, el remordimiento, los recuerdos y la autodestrucción.
Durante el Día de Muertos, mientras la festividad induce memoria y contacto con lo trascendente, vuelven a él personas del pasado (su ex esposa Yvonne, su hermanastro Hugh) con quienes tenía relaciones complejas.
Yvonne intenta reconciliarse, ayudarle, rescatar lo que aún puede salvarse de la relación. Pero Firmin, atormentado por sus propias culpas, traiciones, pérdidas y su alcohol, va cayendo en su propia espiral: la incapacidad de levantar el ánimo, de redimir su historia.
El volcán en el fondo es más que paisaje: es símbolo de la tensión interna de Firmin, de la amenaza latente, de la posibilidad de explosión o destrucción. El hecho de ser Día de Muertos pone de manifiesto la memoria, los muertos, las heridas no sanadas.
Aquí lo que podemos extraer más allá de la historia literal:
1. La memoria y el peso de los muertos
En Día de Muertos, los vivos recuerdan, convocan, se enfrentan al pasado. Para Firmin, ese día hace que los recuerdos sean más vivos, los fantasmas interiores más insistentes. Hay una tensión entre lo que fue, lo que pudo haber sido, lo que él perdió.
2. El autoengaño y la autodestrucción
Firmin usa el alcohol como anestesia, como fuga. No solo de su dolor, sino de su responsabilidad. Se hunde en su culpa y en su incapacidad de perdonar (a otros y a sí mismo).
3. El límite entre el deber interior y la realidad humana
Los ideales y relaciones del pasado le piden al protagonista algo que ya no puede dar, o que no sabe cómo dar. Hay un choque entre lo que aspira el alma —amor, reconciliación, presencia— y lo que le permite su estado humano (alcoholismo, depresión, aislamiento).
4. La importancia del ahora
Aunque su vida entera ha estado marcada por errores, traiciones, pérdidas, la película aparece como un día-umbral: un día en que podría ocurrir una redención, si él decide enfrentarse al presente, no solo sumergirse en lo que ya pasó.
5. El simbolismo del volcán
El volcán dormido o amenazante es un espejo del alma: lo que está en reposo pero puede explotar, lo que ha sido contenido, lo que está cargado de magma emocional bajo la superficie.
Aunque la historia de Firmin es bastante dramática, hay lecciones que podemos llevar a nuestra propia vida:
Aceptar la memoria reconoce tus errores, tus pérdidas, y permite que te hablen. No los niegues, pero tampoco te dejes consumir por ellos.
No refugiarse en escape (adicciones, auto sabotaje) Sé consciente de qué formas tienes de huir de tu dolor. Puede ser alcohol, distracción, evasión emocional. Busca acompañamiento, reflexión, herramientas que te permitan estar con lo que duele.
El valor del presente cada día es una oportunidad para elegir diferente, para hacer un pequeño acto de reconciliación, de presencia, de amor. Incluso si ya no puedes cambiar el pasado, puedes hacer algo ahora.
Redención a través del acto consciente un gesto sencillo puede marcar una diferencia: una palabra, una disculpa, un acto de perdón o de generosidad.
Confrontar lo que se teme dentro Reconocer que hay volcanes emocionales propios, dolor contenido, culpas no resueltas. Hacer un trabajo interno para evitar que esas tensiones te destruyan.
Bajo el Volcán es mucho más oscuro, pesado emocionalmente . No tiene tanto espacio para la esperanza luminosa, sino para la tragedia, la aceptación de lo difícil.
Puede que no todos los públicos lo vean cómodo: exige mirar adentro y aceptar que el sufrimiento humano es parte de la existencia. Esta película no celebra la vida a través del color o la tradición, sino que nos enfrenta al vacío interior de quien se ha ido muriendo en vida. Geoffrey Firmin, el protagonista, es un hombre que vive rodeado de fantasmas: los de su pasado, los de sus culpas, y los de su propia autodestrucción.
Mientras México celebra a sus muertos con flores, velas y recuerdos, Firmin bebe para no recordar, y su alma se va apagando lentamente.
En ese contraste está la gran enseñanza espiritual de la película:
Geoffrey Firmin El alma que se ha extraviado en la culpa. Representa al ser humano que, incapaz de perdonarse, se condena a sí mismo. Su alcoholismo no es solo vicio: es una forma de anestesiar el alma, de evitar mirar las ruinas de su interior. En él la muerte no llega de golpe: lo va habitando. Nos enseña que, si no reconciliamos nuestras heridas, ellas terminan gobernando nuestra vida.
Yvonne (su exesposa) El alma compasiva que intenta rescatar al otro. Es el arquetipo del amor incondicional, de la energía femenina que busca sanar, rescatar, reconstruir. Pero también muestra el límite: no puedes salvar a quien no quiere salvarse. Su papel nos enseña que amar no es cargar, y que la redención ajena no depende de nuestro sacrificio.
Hugh (el hermanastro) La conciencia testigo. Representa el observador, el espejo racional y emocional. Es la parte del alma que ve el naufragio y comprende, pero no puede intervenir del todo. En la vida, es esa voz interna que sabe que nos estamos perdiendo, pero que no siempre tiene fuerza para detenernos.
La Muerte (presente en el ambiente, no como personaje literal) El alma superior que llama al cierre de ciclo. En esta película, la Muerte no se presenta como figura externa, sino como atmósfera: el día, el volcán, las máscaras, el silencio. Es la energía que rodea al protagonista, invitándolo a rendirse, pero también a reconciliarse. Su presencia es oportunidad de despertar o de terminar de hundirse.
El volcán, omnipresente en la historia, es símbolo de todo lo que no se ha expresado: emociones, verdades, culpas, deseos.Vive bajo tierra, ardiendo, acumulando presión hasta que la vida (o la muerte) lo libera. Ese volcán es el alma humana cuando reprime demasiado, cuando no suelta, cuando no perdona.
Y el Día de Muertos —mientras todos celebran afuera— es el espejo perfecto de ese interior que clama por ser escuchado.
La tierra tiembla afuera cuando el alma arde por dentro.
Resumiendo
Bajo el Volcán no nos habla de la muerte física, sino de la muerte interior: la que llega cuando uno se separa de su propósito, de su amor, de su alma.
Pero también sugiere algo más profundo: la posibilidad de renacer, incluso desde la caída más oscura.
Nos recuerda que para honrar la vida debemos dejar morir lo que ya no sirve: el resentimiento, el pasado, la culpa.
Y que solo cuando miramos de frente nuestra propia oscuridad, podemos reconocer el poder transformador de la luz.
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