Conectar con nuestra intuición



 A pesar de las prisas y los intereses modernos que nos alejan de una conexión más profunda, cada vez se hace más inminente ese llamado que todos sentimos, una voz que clama ser escuchada y atendida, aún cuando intentamos ahogarla, a través del ruido, de múltiples tareas y distracciones que nos hacen olvidar que vinimos a dejar huellas de amor, a conectarnos con un mundo de armonía y belleza interior. 

Cada vez más, nuestros cuerpos manifiestan la represión y opresión por cumplir con estándares e ideales inalcanzables. Es de vital necesidad volver al origen, volver a nuestras raíces. No podemos olvidar que las mujeres somos y hemos sido las guardianas y las transmisoras de los conocimientos ancestrales, saberes que hemos olvidado y que nos ayudaban a restablecer nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente.

Hemos normalizado muchos síntomas y enfermedades  como la fibromialgia, esclerosis múltiple, la fatiga crónica, la depresión, el cáncer,   la tristeza, el insomnio, la inapetencia, la nostalgia, los miedos, todo esto y mucho más, se debe a la desconexión de nuestra propia naturaleza, asfixiada por el estrés y la ansiedad, sin contar con las heridas que cargamos de memorias ancestrales, pero, dentro de esas memorias ancestrales no debemos olvidar que también guardan los remedios para nuestra sanación. La mente subconsciente guarda un gran archivo para cuando realmente se necesita, no podemos permitir que se destruyan nuestros sagrados archivos ancestrales.

Llegó el momento de dejar de cargar con todo aquello que no nos corresponde, sanar es un acto de amor y de autocuidado hacia nosotras mismas y hacia la vida. Darle sentido a nuestras vidas, poner luz a la noche oscura, desplegar nuestro verdadero ser, descubrirnos, investigarnos, nuestros dones, nuestros talentos, no es tiempo de caminar desorientadas y en tinieblas, cuando logramos reconciliar nuestros defectos con nuestras virtudes, la dualidad que nos lleva de un extremo al otro, surge el amor hacia nosotras mismas, cuando nos ponemos al servicio de la vida conectando con nuestra verdadera misión, lo importante  aquí es no permitir que se apague nuestro fuego interior, nuestra chispa divina.

Esa sanación comienza cuando conectamos con nuestra intuición que es la guía que nos proporciona la capacidad de ver las cosas tal cual son y aceptarnos tal cual somos, con nuestras luces y nuestras sombras. Entendiendo que las respuestas siempre vienen desde dentro. Reconocer nuestra fuerza interior, no para competir sino para dominar nuestras destrezas, nuestro autodominio y disfrutar de una autoestima sana. Conecta con tu potencial creativo, con aquello que te apasiona esto también forma parte del camino de la sanación. 

Busca el equilibro entre la mente y la emoción, la lógica, lo racional, los pensamientos  desean tenerlo todo bajo control, mientras que las emociones representan nuestros líquidos del cuerpo, los océanos, los mares, no podemos permitir que ni lo uno ni lo otro se desborden, pues nos pueden conducir a vivir determinadas enfermedades o por el contrario vidas más saludable, esto te permitirá vivir una vida más fácil y de calidad, aprende a mantenerte en quietud, la paz, el sosiego, la serenidad estos estados corresponden al alma, permítete tiempos de descanso, no sólo renovarán tu energía, sino que te harán disfrutar más de la vida y por supuesto sin sentimientos de culpabilidad. Todos nacemos puros e inocentes con derecho a evolucionar.

La vida no se trata de satisfacer los estándares sociales, sino de conseguir aquellas metas que te hacen feliz, porque cuando tu eres feliz ese estado será el que compartas con los demás, tu felicidad, no tus carencias. El cambio que todos anhelamos creemos erróneamente que se encuentra fuera, pero la realidad es que atraemos de nuestro entorno aquello que proyectamos, ya sea un pensamiento, una actitud o una emoción. Recuerda lo importante en la vida no es lo que haces, sino lo que eres. Alimenta tu don ya que, la semilla que plantes en el presente, sabrás con certeza el árbol que dará fruto en el futuro.

¿Queremos seguir viendo fuera acontecimientos desagradables e indeseables? Estoy segura de que no, entonces hay que mirar hacia adentro y cuando hayas logrado cruzar la orilla, con tu ejemplo ayudarás a los otros a hacer lo mismo.


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