CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
El Cuarto Domingo de Cuaresma es conocido como el Domingo de Laetare, que significa “alegría” en latín. Es un día en el que se hace una pausa en la penitencia cuaresmal para recordar la alegría de la salvación que se acerca con la Pascua.
El evangelio que se proclama este día es el de la parábola del hijo pródigo, que se encuentra en, Lucas 15,1-3.11-32
En esta parábola, Jesús cuenta la historia de un padre que tiene dos hijos. El menor le pide su herencia y la malgasta en una vida desenfrenada. Cuando lo pierde todo y cae en la miseria, decide regresar a casa arrepentido. Su padre, en lugar de rechazarlo, corre a su encuentro, lo abraza y lo recibe con una gran fiesta. Mientras tanto, el hijo mayor, que siempre había sido obediente, se siente molesto por la celebración.
El padre le responde:
“Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo; pero era necesario celebrar esto, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado.”
Esta parábola nos muestra el inmenso amor y la misericordia de Dios, que siempre nos espera con los brazos abiertos cuando nos arrepentimos. Nos recuerda que la Cuaresma es un tiempo de reconciliación y conversión, y que la alegría del perdón de Dios es mayor que cualquier pecado pasado.
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