ENAJENACIÓN
Multitud caminando hipnotizada por pantallas, sin notar que están rodeados de símbolos espirituales o señales invisibles que podrían guiarlos, pero que ignoran completamente.
Hoy quiero tocar un punto profundo sobre la desconexión de las personas con su propia esencia y con la realidad más trascendental de la existencia.
En el mundo moderno, es fácil distraerse con el entretenimiento, el consumismo y la rutina, sin reflexionar sobre el propósito de la vida, el desarrollo del alma o las consecuencias espirituales de nuestras acciones.
El hecho de que muchos vivan solo para el próximo fin de semana o las próximas vacaciones refleja una tendencia a evitar el presente, a no enfrentar el silencio interior. La sociedad actual ha creado tantas formas de escape que pocos se detienen a cuestionar qué están haciendo realmente con su vida. Y , cuando llegan las pruebas difíciles —una pérdida, una crisis existencial, una enfermedad— muchas personas se sienten completamente perdidas porque nunca cultivaron una conexión real consigo mismas ni con lo que trasciende lo material.
En muchas tradiciones espirituales se habla de la importancia de la introspección, del autoconocimiento y de vivir conscientemente. No se trata de rechazar la diversión o los placeres de la vida, sino de no vivir exclusivamente para ellos sin un sentido más profundo. La cultura del entretenimiento sin propósito nos adormece, nos hace olvidar lo esencial.
Muchas personas no se preocupan por fortalecer su alma hasta que la vida los enfrenta con una crisis. Es como si pasaran años descuidando su salud y, cuando enferman gravemente, esperaran que otros los sanen sin haber hecho ningún esfuerzo por cuidarse antes. Lo mismo sucede con el alma: si no se trabaja en su crecimiento, si no se nutre con conocimiento, introspección, gratitud y propósito, entonces cuando llegan los desafíos se sienten perdidos, sin herramientas para enfrentarlos.
Y lo más frustrante es que, en ese estado de debilidad espiritual, muchas veces terminan descargando su dolor en los demás, esperando que otros lleven el peso de sus problemas. Pero el crecimiento personal es una responsabilidad individual. No se trata de ser insensible con quienes sufren, pero tampoco de cargar con las consecuencias de la negligencia espiritual ajena.
Vivimos en una época donde se fomenta la distracción constante: entretenimiento vacío, consumismo, gratificación instantánea. Todo eso evita que las personas se enfrenten consigo mismas y con sus propias sombras. Pero la vida no se puede evadir para siempre. Cuando llegan las pruebas, se revela el verdadero estado del alma. Algunos enfrentan las dificultades con resiliencia y otros colapsan, buscando que alguien más los rescate.
Por eso, la clave es trabajar en uno mismo antes de que lleguen las tormentas. No esperar a estar en crisis para preguntarse quiénes somos, qué sentido tiene la vida o qué tan preparados estamos para el sufrimiento. Porque, al final, la vida siempre pondrá a prueba la solidez de nuestro espíritu.
Me gusta mucho este tema porque plantea una cuestión fundamental: ¿qué estamos haciendo para fortalecernos por dentro?
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