En este espacio podrás encontrar temáticas para ACTIVAR TU LUZ y en especial para equilibrar las energías. Recuerda siempre, eres dueño y responsable de tu vida y además dispones de tu libre albedrío, las decisiones solo te pertenecen a tí y en tí está la decisión de vivir en paz, armonía, bienestar y abundancia.
El autoengaño es una estrategia de supervivencia emocional. Nos permite evitar el sufrimiento inmediato, minimizar la incertidumbre y aferrarnos a la ilusión de control. Es más fácil decirse a uno mismo que no pasa nada que enfrentarse a una verdad incómoda, especialmente cuando esa verdad puede alterar la rutina o desafiar nuestras creencias sobre nosotros mismos y el mundo.
El miedo a veces es tan grande que prefierimos no saber. Porque saber implica responsabilidad, y la responsabilidad implica actuar. Nos solemos aferrar a la comodidad de la ignorancia porque la incertidumbre parece menos aterradora que la posibilidad de escuchar algo más serio.
En muchas ocasiones , el autoengaño no es solo individual. Se refuerza con el entorno. Muchos solemos restar importancia, con la buena intención de dar ánimos pero es la excusa perfecta para que sigamos sin hacer nada. Aunque su intención sea tranquilizar, en realidad está alimentando esa evasión. El camino del menor esfuerzo es más tentador.
Este mecanismo de autoengaño se ve en todos los ámbitos de nuestra vida. Personas que se convencen de que su relación es buena cuando hace años dejó de serlo. Trabajadores que se dicen a sí mismos que su empleo es estable cuando las señales de crisis son evidentes. Individuos que postergan decisiones importantes con la idea de que “mañana será un mejor momento”. El miedo a enfrentar la realidad nos hace maquillarla, reinterpretarla, edulcorarla hasta que se acomode a lo que queremos creer.
Pero la realidad es terca. Tarde o temprano se impone. Y cuando eso pasa, el golpe es más duro porque no nos preparamos para recibirlo. El autoengaño no resuelve los problemas, solo los aplaza, con el riesgo de que crezcan hasta volverse incontrolables.
Lo difícil es hacer que alguien rompa su propio autoengaño. No se puede obligar a otra persona a ver lo que no quiere ver. Pero sí se puede intentar que, poco a poco, se acerque a la realidad sin sentirse amenazado por ella. A veces, el primer paso no es enfrentar la verdad de golpe, sino crear un espacio donde sea más seguro hacerlo.
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