EXPECTATIVAS
No somos responsables de lo que los otros esperan de nosotros esto parte de un principio fundamental, la libertad individual y la autonomía sobre nuestras decisiones y formas de vivir.
Cuando permitimos que las expectativas de los demás controlen nuestras acciones, sacrificamos parte de nuestra autenticidad y de nuestro poder personal en pos de cumplir con estándares o deseos ajenos.
Las expectativas de los demás son una proyección, lo que otros esperan de ti no siempre se basa en quién eres realmente, sino en lo que ellos necesitan, temen o desean. Estas expectativas suelen reflejar su perspectiva de la vida, no necesariamente la tuya.
La responsabilidad personal termina donde empieza la del otro, eres responsable de tus acciones, decisiones y cómo eliges vivir tu vida. No tienes control ni obligación sobre cómo los demás reaccionan a lo que haces o cómo interpretan tus decisiones.
Cargar con las expectativas ajenas genera un peso innecesario: Tratar de complacer a todo el mundo puede llevar a la frustración, la ansiedad y la pérdida de identidad. Es importante aprender a decir "no" y establecer límites saludables.
Ser fiel a uno mismo implica aceptar que no todos estarán de acuerdo con tus elecciones, y eso está bien. Vivir desde un lugar auténtico puede generar críticas o decepción en otros, pero también permite construir una vida alineada con tus valores y deseos reales.
No se trata de ignorar tus compromisos o relaciones importantes, sino de distinguir entre las expectativas que nacen de una conexión genuina (como cuidar de tus hijos o colaborar en equipo) y aquellas que no son razonables o que buscan moldearte a un estándar externo.
Por último, abrazar esta idea no significa ser insensible o egoísta, sino practicar una libertad consciente. Implica respetar las emociones de los demás sin cargar con ellas como una obligación. Es un recordatorio de que tu valor no radica en cumplir las expectativas ajenas, sino en ser quien realmente eres.
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