EL DUELO SILENCIOSO, CUANDO AMAR NO ES SUFICIENTE

Cuando amar no es suficiente: el deseo de ser aceptada tal como soy

Hay un tipo de tristeza que no se grita, que se vive en silencio. Una nostalgia suave pero persistente, como el murmullo del mar al atardecer. Es la tristeza de estar enamorada de alguien con quien, por más que lo intentemos, nunca podremos construir lo que soñamos. Una historia que tiene amor, sí, pero no hogar.

Muchas personas han vivido esto sin ponerle nombre. Un amor que nos hace sentir vistas a ratos, pero no acogidas del todo. Nos encontramos en relaciones donde sentimos que debemos recortar partes de quienes somos para encajar, para ser aceptadas, para no ser “demasiado”.

A veces, es algo tan simple y a la vez tan profundo como querer compartir tu vida con alguien que entienda que tu perro no es un estorbo, sino parte de tu familia. Que entienda que en tu mundo, las salidas al campo o a la playa no se hacen dejando atrás lo que amas, sino integrándolo. Y cuando esa persona no logra comprenderlo —cuando siempre hay una excusa, una incomodidad, una queja— lo que empieza a doler no es solo su rechazo hacia tu mascota, sino lo que representa: su incapacidad de aceptarte por completo.

Eso genera un vacío. Un vacío que no nace de la falta de amor, sino de la falta de reciprocidad emocional, de claridad, de compromiso real. De sentir que la persona te busca, pero nunca termina de quedarse. Que te quiere, pero no lo suficiente como para caminar contigo sin pedirte que cambies el paso.

Y en medio de esa contradicción, surge una esperanza: el anhelo de encontrar a alguien que te abrace entera, sin pegas, sin condiciones. Alguien que entienda que amar también es aceptar lo que el otro trae consigo: su historia, sus afectos, sus rarezas, sus pasiones. Que te mire con ternura cuando hablas de tu perro, y que no vea en él un obstáculo, sino un lazo más para conectar.

Este sentimiento no es único. Muchas personas —más de las que imaginamos— caminan por la vida sintiendo que aman, pero que no pueden ser completamente ellas dentro de ese amor. Y muchas veces nos cuesta soltar, porque nos aferramos a lo que podría ser, en lugar de aceptar lo que es.

Pero quizás el mayor acto de amor propio sea reconocer cuándo es momento de soltar esa historia, no porque no haya amor, sino porque no hay espacio. Porque merecemos estar donde nuestra presencia no tenga que justificarse, donde nuestras pequeñas lealtades —como la que sentimos por nuestros animales— no sean vistas como cargas, sino como parte de la belleza que ofrecemos.

Hay algo muy poderoso en seguir creyendo en el amor real, incluso cuando uno ha conocido el amor a medias. En no cerrar el corazón, sino abrirlo más, con la promesa de que en algún lugar hay alguien que sabrá vernos tal como somos y sabrá decir: así, completa, es como te quiero.


PUEDES APOYAR ESTE CONTENIDO HACIENDO UN DONATIVO EN 

Puedes visitar mis canales de YouTube en

ladiosaquetehabita1

ladiosaquetehabita2













Comentarios

Entradas populares