En este espacio podrás encontrar temáticas para ACTIVAR TU LUZ y en especial para equilibrar las energías. Recuerda siempre, eres dueño y responsable de tu vida y además dispones de tu libre albedrío, las decisiones solo te pertenecen a tí y en tí está la decisión de vivir en paz, armonía, bienestar y abundancia.
Lo que te voy a compartir en este post toca muchos temas esenciales: el límite entre el autocuidado y la ayuda a otros, el rechazo a la victimización perpetua, el trabajo interior como camino de vida, y la necesidad de poner límites emocionales.
Y es que , estoy en un punto de mi vida en el que he dicho: “basta”. No importa la edad que tengas, ni el título que lleves, ni el vínculo que me una a ti. Estoy cansada del trauma ajeno, de la gente que se acomoda en el dolor sin intención real de salir de él, de quienes hacen de la victimización un estilo de vida y de quienes, en lugar de mirarse hacia adentro, siguen volcando su oscuridad sobre los demás.Estoy en ese punto donde ya no negocio mi paz.
Donde me niego a cargar con las expectativas heredadas, con el dolor que otros no quieren mirar.
Este es mi manifiesto.
Y si te resuena, quizás también sea el tuyo.
El pozo es parte del camino, pero no el destino. Todos hemos caído alguna vez y caer no es excusa para quedarse abajo. Yo también he caído muchas veces y es que la vida, en algún momento, nos rompe, nos sacude, nos pone de rodillas. Pero la caída es solo una estación.
Hay una diferencia abismal entre reconocer la caída y quedarse a vivir ahí. El pozo está para aprender, para tocar fondo si es necesario, pero también para activar nuestras propias capacidades. No nos va a salvar un médico, una pareja, un hijo. La salida es personal, íntima y muchas veces dolorosa. Pero necesaria, es trabajo propio, íntimo, diario. Nadie te va a rescatar. Y eso no es crueldad: es liberación.
El espejismo del salvador y la trampa de la ayuda desmedida.
Durante mucho tiempo creí que podía —o debía— ayudar. Que podía ser el apoyo, la luz, la contención de los demás. Pero aprendí, con golpes y cansancio acumulado, que nadie puede salvar a otro. Ni a los padres, ni a la pareja, ni a los amigos. Que ayudar más de la cuenta puede convertirse en una forma de traicionarse a una misma.
Entendí que salvar a otros no solo es imposible, sino injusto. No puedo ser sostén perpetuo de quienes no quieren levantarse. No vine a este mundo a cargar con lo que no me corresponde, ni a cumplir expectativas que no pedí.
Mi misión no es salvar, sino caminar liviana.
SI ES TU CASO APLICA ESTO:
Pon límites. Ayuda solo si tu ayuda no te rompe. Y entiende que el amor también sabe decir “no”.
Muchos tienen una idea distorsionada del propósito. Lo imaginan como una misión épica, un legado masivo. Pero quizás el verdadero propósito es callado, invisible, interno: trabajar el carácter, ganar confianza, abrazar el miedo y seguir caminando. Tal vez eso sea más revolucionario que cualquier “gran obra”.
Mucho se ha romantizado la idea de “misión de vida” como si todos tuviéramos que cambiar el mundo con un acto visible. Ganar paz interior, eso también es revolución.
SI ES TU CASO APLICA ESTO:
Deja de buscar afuera tu propósito. Mírate. Lo que haces en silencio contigo también importa.
No me meto en la vida de nadie, no quiero que se metan en la mía. Estoy cansada de la gente distraída, opinando, metiéndose, comparándose. Cada quien tiene un camino único. Yo elijo cómo, cuándo, con quién y qué comparto. A veces eso implica silencio, soledad, introspección. A veces implica cerrar la puerta incluso a quien más amo, porque no puedo seguir dejando que me reclamen por no hacer lo mismo con todos.
Así que, deje de mirar al otro y me miro a mí. Estamos en un mundo lleno de ruido, de comparaciones, de ojos puestos en la vida ajena. Pero mientras más te distraes con lo externo, más te desconectas de ti.
Céntrate. La única vida que puedes vivir, cambiar y sanar es la tuya.
SI ES TU CASO APLICA ESTO:
Haz limpieza emocional. Apaga el juicio. Deja de mirar hacia fuera y pregúntate: ¿qué necesito cambiar yo?
Elijo con quién comparto mi verdad. No todo el mundo merece acceso a tu historia. No estás obligado a compartir ni a explicar tus decisiones. Quien te ama de verdad, entiende. Y quien no, que siga su camino. El silencio también es autocuidado.
SI ES TU CASO APLICA ESTO:
Protege tu energía. No expliques tus límites. Vívelos.
La soledad elegida no es derrota, es libertad. Prefiero caminar sola que mal acompañada. Prefiero resolver sola que depender, que no es confundir la ayuda. La soledad no es vacío, es espacio para reencontrarme.
SI ES TU CASO APLICA ESTO:
Abraza tus momentos de soledad. Haz de ellos un templo, no una condena.
El camino es propio, y está bien así, estoy aquí para mí y no es egoísmo. He llegado a un lugar donde la soledad no me asusta. Donde elijo con cuidado a quién abro mis espacios. Donde me respeto lo suficiente como para decir no, para callar, para no salvar. Estoy aquí para mí, porque he trabajado duro para estarlo. Que cada quien se haga cargo de su propia vida. Que cada quien mire su pozo y decida si quiere quedarse o escalar. He trabajado demasiado como para permitir que otros depositen en mí lo que no quieren mirar en ellos. Vine a vivir en coherencia, en verdad y en paz.
Y si tú también estás en ese punto de tu vida, haz de estas palabras un ancla.
Que nadie te arrastre a su pozo.
Que nadie confunda tu compasión con disponibilidad infinita.
Tu vida, tu trabajo interior, tu camino… valen.
PUEDES APOYAR ESTE CONTENIDO HACIENDO UN DONATIVO EN
Comentarios
Publicar un comentario