En este espacio podrás encontrar temáticas para ACTIVAR TU LUZ y en especial para equilibrar las energías. Recuerda siempre, eres dueño y responsable de tu vida y además dispones de tu libre albedrío, las decisiones solo te pertenecen a tí y en tí está la decisión de vivir en paz, armonía, bienestar y abundancia.
El yo superior es esa parte de nosotros que trasciende el tiempo y el espacio, acumulando sabiduría a lo largo de vidas pasadas y futuras. Es esa conciencia más elevada dentro de cada uno, la que no está atrapada en el ego, en los miedos o en las preocupaciones cotidianas. Es una parte de nosotros que opera desde el amor, la claridad y la comprensión profunda del propósito de nuestra existencia. Se puede decir que es la versión más evolucionada de nosotros mismos, que ya ha aprendido las lecciones que nuestra versión presente aún está asimilando.
El yo superior es un reflejo arquetípico con la carta de la Suma Sacerdotisa del tarot. Ella representa el puente entre el mundo consciente y el inconsciente, entre lo visible y lo invisible. Sentada entre los pilares del templo, con el velo detrás de ella, guarda los misterios de la vida y de la muerte, del alma y del destino. No habla, pero sabe. Su sabiduría no se explica: se intuye, se siente.
Así como el yo superior nos susurra a través de la intuición, los sueños, los momentos de claridad, la Suma Sacerdotisa también nos invita a volvernos hacia adentro, a escuchar en el silencio, a confiar en lo que sentimos aunque no podamos demostrarlo. Ambas figuras —una interna, otra simbólica— nos recuerdan que la verdadera sabiduría no se aprende, se recuerda. Y que la evolución no siempre se da hacia afuera, sino hacia adentro.
La conexión con el yo superior puede lograrse a través de prácticas como la meditación, la introspección, el silencio interior o incluso siguiendo nuestra intuición. Cuando logramos sintonizarnos con esa sabiduría interna, las decisiones se vuelven más claras, la vida fluye con menos resistencia y nos sentimos guiados desde dentro en lugar de depender de validaciones externas.
No es algo separado de nosotros, sino una parte que siempre está presente, aunque a veces no la escuchemos por el ruido de la mente y las distracciones del mundo. Por eso, aprender a aquietarnos y confiar en esa voz interior es una de las claves para vivir con más plenitud y autenticidad.
Esa conexión, se manifiesta en momentos de paz y armonía, cuando el ruido de la mente se silencia y permitimos que la verdad emerja. La oración, la observación, la soledad bien llevada... todo eso son puertas hacia una comprensión más profunda de lo que somos y del propósito que nos guía.
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