LA INFANTILIZACION EMOCIONAL EN ADULTOS
Vivimos en una sociedad donde muchas personas, aunque crecen físicamente, no maduran emocionalmente. Y una de las señales más claras de esta inmadurez es la tendencia a tomarse todo de manera personal, incluso cuando no tiene nada que ver con ellas.
¿Por qué ocurre esto?
Porque no hemos sido educados para manejar nuestras emociones, para distinguir entre lo que es "mío" y lo que es "del otro". Muchas personas siguen operando desde heridas no resueltas de la infancia: rechazo, abandono, invisibilización. Entonces, cualquier comentario, cualquier gesto, cualquier ausencia... se interpreta como un ataque.
Un "no puedo quedar hoy" se convierte en “no me quiere”.
Un “te veo más tarde” se transforma en “ya no le importo”.
Un silencio se vuelve castigo.
Una crítica constructiva, una ofensa personal.
Esto no es sensibilidad, es egocentrismo disfrazado de emoción.
La trampa del ego herido
Cuando vivimos desde el ego infantil, esperamos que el mundo nos valide, nos apruebe, nos aplauda. Y cuando no lo hace, sentimos que nos agrede.
Pero la verdad es que muchas veces no se trata de nosotros.
La otra persona puede estar pasando por su propio caos.
Puede tener sus propias heridas, su cansancio, su límite.
Y sin embargo, lo interpretamos todo desde nuestro ombligo emocional.
Esto nos lleva a vivir relaciones frágiles, tensas, llenas de suposiciones.
A cortar vínculos por malentendidos que en realidad sólo revelan nuestra falta de madurez.
La adultez emocional es urgente
Ser adulto no es solo pagar cuentas.
Es hacerse responsable de lo que se siente, no culpar a otros por ello.
Es aprender a observarse antes de reaccionar.
Es saber decir: “Eso que dijiste me tocó una herida… pero reconozco que es mía”.
La madurez emocional nos permite:
- Comunicar sin atacar.
- Escuchar sin defendernos.
- Estar sin demandar.
- Amar sin controlar.
Tomarse todo personal es una forma de vivir en guerra.
Con los demás, pero sobre todo con uno mismo.
Madurar es aprender a discernir, a soltar el drama, a mirar con más profundidad.
Es entender que no todo gira en torno a uno… y eso, en realidad, es liberador.
Comentarios
Publicar un comentario