NARCISO Y NARCISISMO
La historia de Narciso proviene de la mitología griega y ha servido durante siglos como una metáfora poderosa sobre el ego, el amor propio y la vanidad desmedida.
Narciso era un joven extraordinariamente bello, hijo del dios-río Cefiso y la ninfa Liríope. Desde temprana edad, todos quedaban cautivados por su apariencia, pero él despreciaba a quienes lo amaban. Uno de estos casos fue el de la ninfa Eco, quien se enamoró profundamente de él. Narciso la rechazó cruelmente, lo que provocó que Eco se desvaneciera de tristeza hasta quedar solo su voz (el eco).
Como castigo por su arrogancia y falta de empatía, la diosa Némesis hizo que Narciso se enamorara de su propio reflejo al ver su imagen en un estanque. Incapaz de apartarse de su propia imagen, se consumió contemplándose hasta morir, y en el lugar de su cuerpo creció una flor: el narciso.
Hoy en día, la figura de Narciso resuena más que nunca. Aunque el narcisismo como rasgo siempre ha existido, varios factores socioculturales modernos parecen estar fomentando comportamientos narcisistas más visibles:
Las plataformas como Instagram, TikTok o Facebook incentivan la autoimagen curada, la búsqueda constante de likes y la validación externa. Además de una necesidad de mostrarse "perfecto" o exitoso alimenta el ego y puede reforzar patrones narcisistas.
Estamos ante la cultura de la competencia donde se premia el individualismo, el éxito personal, y la autopromoción por encima del bienestar colectivo. El liderazgo agresivo y la imagen de "ganador" se valoran, incluso si implican falta de empatía.
El término “narcisista” se usa hoy a veces de forma ligera, aunque el trastorno narcisista de la personalidad (TNP) es una condición clínica seria y relativamente rara. Aun así, muchos presentan rasgos narcisistas, como la grandiosidad, la necesidad de admiración o la falta de empatía, sin cumplir todos los criterios del TNP.
El problema no esta en quererse a uno mismo, sino la auto-adoración sin límites, que impide ver a los demás como sujetos con valor propio. Como Narciso, el riesgo es quedarse atrapado en una versión de uno mismo tan seductora que se pierde la capacidad de amar, empatizar o incluso cambiar.
En una sociedad que muchas veces premia la imagen sobre la sustancia, la historia de Narciso sigue siendo un espejo... que invita no a mirarnos, sino a ver más allá de nosotros mismos.
A las personas narcisistas les encanta tener subordinados porque les proporciona control, validación y una sensación de superioridad, debido a
Necesidad de admiración y validación: Los narcisistas buscan constantemente reconocimiento y halagos. Tener subordinados les permite recibir atención y admiración sin mucho esfuerzo.
Poder y control: Disfrutan de la jerarquía porque pueden imponer su voluntad, tomar decisiones unilaterales y manipular a los demás sin ser cuestionados.
Proyección de grandeza: Se ven a sí mismos como superiores y creen que los demás existen para servirles o engrandecer su imagen. Tener subordinados refuerza esa creencia.
Menos riesgo de ser desafiados: En una relación jerárquica, los subordinados suelen ser más cautelosos al criticar o desafiar al narcisista, lo que les permite operar sin resistencia.
Explotación y beneficio personal: Usan a los subordinados para obtener beneficios personales, ya sea haciendo que trabajen más, tomando crédito por su trabajo o usándolos para alimentar su ego.
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