VIVIR DE FAVORES, CUANDO EL ALMA SE ENCADENA


Vivir de favores puede parecer una solución momentánea. A veces lo es. Todos, en algún momento, necesitamos una mano, una ayuda, un gesto generoso.
Pero cuando se vuelve un estilo de vida, no es libertad, es una forma sutil de esclavitud emocional.

¿Qué implica vivir de favores?

Es vivir dependiendo del otro. De su tiempo, de su dinero, de su voluntad.
Es esperar que el mundo nos sostenga… cuando ya podríamos caminar por nosotros mismos.
Es acostumbrar el alma a no asumir su propio poder.

Y todo favor, aunque venga del amor, genera una deuda invisible. Una presión no dicha. Un “te debo” que pesa más que el agradecimiento.

El favor constante encadena el alma porque: nos roba dignidad, aceptamos condiciones que no elegiríamos si fuésemos libres, nos silencia, evitamos decir lo que pensamos por miedo a “perder el favor”.

Además de: infantilizarnos, no crecemos, no decidimos, no nos responsabilizamos es más nos acomoda,  porque aunque se sufra, no hay riesgo ni exigencia.

Todo favor tiene un precio, aunque no sea dinero

A veces se paga con silencio.
A veces con tiempo.
A veces con la propia libertad.
Y en el fondo, lo más caro es que se paga con uno mismo.

¿Qué dice la Biblia sobre esto?

Proverbios 22:7:
“El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.”.  Hay una verdad dura aquí, depender continuamente crea una jerarquía invisible.

1 Tesalonicenses 4:11-12:
“Procuren vivir en paz, ocuparse de sus propios asuntos y trabajar con sus manos... para que no dependan de nadie.” Dios quiere libertad, no dependencia.

Gálatas 5:1:
“Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, no se sometan otra vez al yugo de esclavitud.” También la dependencia emocional puede ser un yugo.

¿Cómo salir de ahí?

1. Reconociendo cuándo un favor ya no es amor, sino control.Si te hace sentir menos, si te limita… no es sano.

2. Trabajando tu autonomía, aunque sea paso a paso.A veces la libertad comienza con decir: “gracias, pero esta vez no”.

3. Orando por discernimiento.Para saber cuándo aceptar una ayuda y cuándo Dios te está llamando a valerte por ti mismo.

4. Volviendo a tu fuente Dios.Él no te da favores, te da provisión. No te hace depender, te empodera.
“Jehová es mi pastor, nada me faltará” (Salmos 23:1).

La libertad tiene un precio, pero vale más que cualquier favor:
No se trata de orgullo, sino de identidad.
No se trata de rechazar ayuda, sino de no vivir atados.
Porque el alma que vive de favores puede olvidarse de su verdadero valor.

Y tú no fuiste creado para depender de la voluntad ajena.
Fuiste creado para caminar de la mano de Dios… libre, completo y con propósito.
PUEDES APOYAR ESTE CONTENIDO HACIENDO UN DONATIVO EN 

Puedes visitar mis canales de YouTube en

ladiosaquetehabita1

ladiosaquetehabita2


Comentarios

Entradas populares