⚠️ADVERTENCIA- VÍCTIMA DE VUDÚ



Vivimos tiempos de búsqueda. Muchas personas, en momentos de dolor, abandono, celos o desesperación, sienten la tentación de recurrir a prácticas oscuras con la esperanza de encontrar soluciones rápidas: ataduras, amarres, maldiciones, rituales para dañar o retener a otros. Pero hoy quiero alzar la voz desde el aprendizaje profundo y el recorrido de vida que me ha tocado vivir: ese no es el camino.
No escribo esto desde la teoría, sino desde la vivencia. Cuando tenía apenas 19 o 20 años, mi vida dio un giro inesperado. Físicamente me sentía drenada, sin voluntad, apagada. Todo lo que iniciaba parecía hundirse: relaciones, trabajo, salud… una sensación constante de estar bloqueada. Pasé por especialistas, exámenes médicos, diagnósticos clínicos que no arrojaban ninguna causa, pero yo  no estaba bien.

Fue un facultativo de la salud el que, de forma indirecta, me abrió los ojos. Lo que vivía no era algo que se pudiera ver con rayos X ni tratar con pastillas. Era otra cosa. Más tarde entendí que había sido víctima de una práctica de magia oscura. Algo que alguien había hecho sin mi consentimiento, desde el ego, la posesión o incluso la ignorancia.

Ahí comenzó, sin saberlo, mi camino de despertar. Me aferré a Dios y empecé a transitar caminos de luz: Reiki, flores de Bach, terapias holísticas. Mi maestra de Reiki, describía ver una especie de "masa negra, espesa como alquitrán" que rodeaba mi energía. Le costaba limpiarla. Fueron años de trabajo, de sanación, de reconstrucción desde lo invisible hasta lo tangible.

Este tipo de daños no solo afectan el ánimo o la energía; se filtran en lo cotidiano: se rompe el coche, se daña la casa, el dinero se estanca, las cosas se traban. Es como una serie de coincidencias oscuras que parecen no tener explicación, pero que tienen raíz.

En 2023 comencé a vivir algo similar, otro episodio que me hizo recordar el pasado: una seguidilla de bloqueos, cosas que se rompían sin motivo, una sensación de estar otra vez atrapada. Y fue el péndulo hebreo el que, esta vez, me ayudó a reequilibrar mi vida. Área por área, fui trabajando todo. Poco a poco, el coche volvió a estar en marcha, los problemas del hogar se solucionaron, mi mente se aclaró y volví a sentir fuerza.

Hoy puedo decir que la luz siempre termina abriéndose paso, pero no sin esfuerzo. Y por eso quiero advertirte: no te engañes pensando que amarrar, manipular o controlar a otros mediante la brujería te dará el resultado que buscas. Tal vez parezca que sí, tal vez algo se mueva a corto plazo. Pero la energía que emites, tarde o temprano, regresa. Y a veces vuelve multiplicada.

La verdadera transformación, el verdadero amor y la verdadera sanación, nunca se construyen desde el miedo ni desde la imposición. Solo desde la libertad y la luz.


Recuerda que no todo lo que brilla es solución.La magia que interfiere con el libre albedrío de otros termina volviéndose en contra.La sanación profunda lleva tiempo, pero trae paz real. La luz no necesita gritar para brillar.


Si estás pasando por un momento de dolor o desesperación, busca ayuda, pero una que te devuelva a ti tu poder, no que lo tome de otro. El camino de la luz existe. Cuesta, sí. Pero vale la pena. ✨

Son  puertas que no deberías abrir

Se lo que se siente cuando estamos atrapados en la desesperación, dejamos que el dolor nos empuje hacia lugares que jamás habríamos imaginado tocar. Observé de cerca lo que ocurre cuando otros cruzan ciertas líneas.

Durante el periodo en que vivía bajo esa nube oscura —donde mi salud, mi energía y mi vida se veían bloqueadas sin razón aparente—, ya comenzaba a sospechar. Una persona cercana a mí mostraba signos extraños, situaciones que no eran casualidad: objetos fuera de lugar, energía densa en el ambiente, presencias que no se podían explicar. Cuando iba a su casa, o cuando venía a la mía, siempre quedaba esa sensación incómoda, como si algo no cuadrara, como si lo invisible estuviera hablando a gritos.

Con el tiempo, lo que parecía oculto empezó a revelarse por sí solo. Esa persona, de la que ya sospechaba por su manejo de prácticas oscuras, no sólo personas cercanas confirmaron sus practicas sino que terminó perdiendo a su esposo, luego a dos de sus hijos… y el único que le quedaba físicamente, también lo había perdido en el alma. El amor entre ellos se había extinguido. Y me quedó más claro que nunca: nadie toca las fuerzas del mal sin pagar un precio.

Porque sí, el mal también concede "milagros". Te ayuda a conseguir lo que deseas: que alguien te ame a la fuerza, que otro sufra, que algo que anhelas se te dé. Pero lo que no te dice es lo que vas a tener que entregar a cambio. A veces no es inmediato, a veces tarda años. Pero llega. Y cuando llega, arrasa.

La energía oscura se parece mucho a la de la luz, en apariencia. También mueve cosas. También tiene poder. También transforma realidades. Pero su intención es radicalmente distinta. La luz construye desde la libertad, desde el respeto, desde el amor incondicional. El mal, en cambio, se alimenta del ego, del deseo de poseer, de controlar, de vengarse, de no aceptar la pérdida.

Mientras que trabajar con la luz puede llevar tiempo, disciplina, conciencia y transformación profunda, el mal ofrece caminos rápidos. Te da lo que quieres, sí… pero no lo que necesitas. Y todo lo que te entrega, lo hace con factura.

La factura puede no parecer evidente al principio. Puede que tu entorno no se derrumbe de inmediato. Pero el desequilibrio entra en tu vida como una grieta invisible. Y cuando llega el momento, lo cobra: relaciones que se rompen, enfermedades que no se explican, muertes, vacío, una vida sin propósito, sin paz.

No comparto esto para asustarte, sino para alertarte. Porque cada vez son más las personas que, en su angustia, deciden tocar puertas que nunca jamás debieron abrir. Lo hacen por amor, por rabia, por necesidad. Y no se dan cuenta de que están hipotecando su alma, su paz, su destino.

A ti que estás leyendo esto, te digo: la oscuridad también responde. Pero nunca gratis. No confundas poder con sabiduría. No confundas resultados con evolución.

Y si sientes que ya tocaste esa puerta, que ya hiciste algo que hoy te pesa, no estás perdido. Siempre hay un camino de regreso. Pero tendrás que trabajarlo. Tendrás que limpiarlo. Tendrás que deshacer los nudos y entregar a la luz todo aquello que alguna vez entregaste al otro lado.

El verdadero milagro no es hacer que alguien vuelva a ti. El verdadero milagro es que tú vuelvas a ti mismo, con más fuerza, más luz, más verdad. Eso no lo hace la oscuridad. Eso lo hace Dios. Lo hace la conciencia. Lo hace el amor real.


El vudú (también escrito vodú o voodoo) es una religión de origen africano que se desarrolló principalmente en Haití, aunque también tiene presencia en otras partes del Caribe y América, como Nueva Orleans. Es una mezcla de creencias africanas, cristianismo (especialmente catolicismo) y espiritualidad indígena.

En su esencia no es una práctica maligna, como a menudo se muestra en películas o mitos populares. El vudú real incluye rituales de sanación, conexión con los ancestros, respeto por los espíritus (llamados loa o lwa) y ceremonias que buscan el equilibrio espiritual.

Sin embargo, como ocurre con cualquier sistema espiritual poderoso, puede ser manipulado para fines negativos.

Algunas personas, guiadas por la desesperación, el ego o el deseo de controlar a otros, recurren al vudú para:

Hacer amarres o ataduras amorosas.
Provocar enfermedades o sufrimiento.
Bloquear económicamente o emocionalmente a otra persona.
Romper parejas, familias o amistades.


Esto se logra mediante rituales específicos, muñecos (como los conocidos muñecos vudú), invocación de entidades o uso de objetos personales de la víctima.

Aunque se ve como “magia”, estos actos abren puertas a planos energéticos densos. Nada de eso es gratuito.

Quien lo practica o lo encarga puede creer que ha ganado control, que “consiguió lo que quería”, pero la realidad es que:

Se genera un lazo energético tóxico entre el que hace el daño, el que lo sufre, y la entidad espiritual que se invocó.

La energía regresa: Tarde o temprano, las pérdidas, el caos o la enfermedad tocan a quien jugó con esa energía.

El alma se fragmenta: Con cada acción que va en contra del libre albedrío de otro, la persona se desconecta más de su luz.

Atrae presencias oscuras que luego cuesta muchísimo limpiar, tanto en la vida como en el hogar.


Además, es común que las consecuencias no afecten solo a quien hizo el daño, sino también a su entorno: pareja, hijos, familia.


Una advertencia desde el amor

El vudú, como cualquier tradición espiritual, puede usarse desde la luz o desde la sombra. El problema no es el vudú en sí, sino la intención con la que se emplea. Cuando se busca manipular, destruir o someter, se está firmando un pacto que terminará cobrando su precio.

Por eso, esta advertencia no es para infundir conciencia: no todo lo que da resultados es bueno, y no todo lo que brilla es luz.


No señales lo que no entiendes y esto para mí particularmente es muy importante y es tan importante como advertir sobre lo oscuro: recordar que no estamos aquí para juzgar a nadie.

He sido señalada. He sido juzgada. He sido envidiada.
Y muchas veces, por personas que solo veían la superficie… sin saber lo que había detrás.

Porque eso es lo fácil, ¿verdad?
Señalar al que se cae sin haber visto cómo tropezó. Criticar al que llora sin saber qué lo quebró. Envidiar al que se levanta sin entender todo lo que tuvo que atravesar para hacerlo. Pero lo cierto es que cada persona es un universo entero de batallas invisibles.

A veces ves a alguien en silencio y no sabes que está librando una guerra interior. O ves que a alguien le va bien y crees que todo fue suerte, sin saber las noches de insomnio, el dolor, los años de oscuridad que precedieron a esa luz.

Muchas veces, los más luminosos fueron los que más se rompieron.
Los que más ayudan, son los que saben lo que es no tener a nadie.
Los que más fe tienen, son los que un día lo perdieron todo.

🙏 No juzgues a quien no conoces

No sabemos qué caminos ha tenido que cruzar una persona para poder simplemente seguir en pie.
Tal vez antes de dar luz, tuvo que caminar entre sombras.
Tal vez antes de sanar, fue herida muchas veces.
Tal vez lo que hoy ves como “fuerza” es solo el resultado de haber sobrevivido a cosas que ni te imaginas.

Por eso, si algo te incomoda de alguien, en vez de juzgar, pregúntate:
¿Qué habrá vivido esta persona para ser como es?

La compasión también es espiritualidad

Elegir no juzgar también es un acto de evolución.
También es una forma de fe.
De humildad.
De amor.

Y sobre todo, de respeto.
Porque mientras tú ves solo un momento de la película, esa persona ya ha vivido toda la historia completa.
Con cariño,
✨ Ladiosaquetehabita  ✨


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