El gran llamado a la quietud: cuando el cuerpo ya no sostiene la vieja energía.
Estamos ante un gran reajuste.
Antes de desarrollar este artículo quiero dejarte estos enlaces relacionados que nos afectan a todos:
Vivimos un momento extraordinario. El planeta está cambiando, no solo geológica o climáticamente, sino en su frecuencia vibratoria. Por primera vez en la historia conocida, un planeta y sus habitantes están ascendiendo juntos en conciencia. Y este proceso, aunque invisible para los ojos, se siente con fuerza en los cuerpos, en las emociones, en las rutinas que ya no funcionan.
La resonancia Schumann, considerada el “latido” electromagnético de la Tierra, ha registrado picos atípicos. A la vez, el plasma solar y las tormentas geomagnéticas están impactando nuestros sistemas biológicos. El resultado: cansancio, dolores físicos sin causa aparente, insomnio, dolores de cabeza, ansiedad, colapsos digestivos, necesidad de aislamiento, emociones a flor de piel.
Parece que la humanidad entera estuviera dentro de una olla de presión energética.
Muchos sienten una frustración silenciosa: ya no pueden hacer todo lo que hacían antes. Las actividades cotidianas parecen abrumadoras. El cuerpo está más lento, la mente más dispersa, la energía más frágil. Y esto tiene una razón profunda: el “personaje” que habíamos construido para sobrevivir ya no vibra con la energía del nuevo tiempo.
Ese personaje fuerte, hiperproductivo, controlador, que se esforzaba por sostenerlo todo, está quedando obsoleto. No por incapacidad, sino porque el planeta ya no lo sostiene. La nueva vibración nos está diciendo, de formas sutiles y también radicales, ya no puedes seguir como antes. Este colapso no es un error, es un reinicio.
La vieja energía estaba basada en la lucha, el esfuerzo constante, el hacer sin parar. Se nos enseñó que descansar era para los flojos, que detenerse era perder el tiempo, que ser valioso era producir, lograr, complacer.
Pero el planeta está borrando esa estructura. Y el plasma solar, esa energía cargada que nos llega a través del sol, parece actuar como una especie de filtro de limpieza: todo lo que no vibra con esta nueva frecuencia comienza a desmoronarse. Lo que no es auténtico, se siente pesado. Lo que no es esencial, se vuelve insoportable. Y lo que pide paso es la quietud. No como una pausa entre tareas, sino como un nuevo punto de partida.
La nueva clave de bienestar
El sistema nervioso ha estado años activado, en alerta. Hemos funcionado bajo el dominio del cortisol y la adrenalina, las hormonas del estrés. Pero ahora el cuerpo pide otra cosa: regulación, descanso, silencio, espacio. Y es desde ahí —no desde la lucha— desde donde podremos construir el nuevo mundo.
El sueño, el descanso consciente, el parar sin culpa, se vuelven medicina. Muchas personas están viviendo un burnout profundo, una fatiga que no se cura con vacaciones ni suplementos. Es el alma diciendo: basta de sostener lo insostenible.
Yo he vivido, ese parar radical y también ha sido mal comprendido. Hay quienes no entienden lo que significa decir “no puedo más”. Pero la diferencia ahora es que ya no tenemos que pedir permiso para cuidarnos. Ya no se trata de llegar a todo. Se trata de llegar a uno mismo primero.
¿Nos gusta la vida que llevamos?
Porque la energía planetaria también nos hace preguntas incómodas, pero necesarias:
¿Nos gusta la vida que hemos construido?
¿Amamos nuestras relaciones o simplemente las sostenemos por costumbre?
¿Nos sentimos bien en nuestro cuerpo, en nuestras rutinas, en nuestros silencios?
¿O simplemente sobrevivimos?
Estas preguntas no buscan juzgar, sino despertar. El planeta no solo está cambiando su frecuencia: está impulsándonos a cambiar la nuestra. Ya no se trata de forzar, sino de soltar. Dejar el control, dejar la culpa, dejar el personaje. Y comenzar a habitar una versión más sincera, más libre, más conectada.
Recibir la energía, no resistirla, porque estamos siendo llamados a convertirnos en receptáculos conscientes. Para que nuestras células integren esta nueva frecuencia, necesitamos estar disponibles: con descanso, con alimentación ligera, con menos ruido, con más presencia.
Y en ese proceso, es normal sentir ansiedad, tristeza, necesidad de llorar, o confusión. No es debilidad. Es limpieza. Es transformación. Es parte de un nuevo nacimiento.
Lo que estamos viviendo como humanidad a mi personalmente me recuerda al nuevo pacto: ya no habrá diluvio, habrá despertar. Noé, en aquel relato, Dios purifica la humanidad con un diluvio y luego promete no destruirla nunca más. Hoy, el “diluvio” no es agua, es conciencia. Y el “arca” no es un barco, es nuestro cuerpo, nuestro sistema nervioso, nuestro hogar interior.
Estamos cruzando una línea invisible, una frontera vibracional. Y se nos da la oportunidad —única en la historia— de atravesarla despiertos.
Así que primero tú: respetarte, descansar, decir que no, cuidar tu cuerpo y elegirte por encima de lo que los demás puedan pensar no es egoísmo, es coherencia con la nueva energía. Estamos siendo guiados hacia la quietud, hacia la autenticidad, hacia una vida más liviana. Y para eso, tenemos que dejar de luchar contra lo que sentimos. Hoy más que nunca, el mayor acto de amor es descansar sin culpa.
Junio y julio han sido señalados por muchos como meses decisivos para la humanidad. No solo por los picos de actividad solar y energética, sino porque estamos cruzando un umbral: la oportunidad de elegir cómo queremos vivir en adelante. En este sentido, se habla de la separación de la paja y el trigo, una metáfora poderosa que apunta a una limpieza, una selección natural y espiritual, donde cada ser humano decide si seguir aferrado a los antiguos patrones de lucha, miedo y supervivencia, o fluir con un nuevo paradigma basado en conciencia, unidad y confianza.
Se nos pide que, en en lugar de seguir luchando con la vieja manera de pensar y vivir, el cambio planetario nos dirige hacia la quietud interior. La idea central es que ya no sirve esperar logros o soluciones desde el esfuerzo constante o la mentalidad de supervivencia: esa frecuencia ya no se sustenta energéticamente en la vibración actual del planeta.bPara alinearnos, debemos regular nuestro sistema nervioso central: cultivar estados de calma, descanso profundo y presencia interior. Desde ese punto de regulación —ni lucha ni represión— surge la verdadera capacidad de alcanzar nuestros objetivos con mayor claridad, fluidez y bienestar.
Esto va más allá de técnicas superficiales: propone un enfoque integral que prioriza el equilibrio interno antes que el esfuerzo externo.En este nuevo ciclo, no se trata de hacer más, sino de estar mejor. No se trata de controlar, sino de confiar. Estamos aprendiendo a ser receptáculos conscientes de la energía que llega. Para que nuestras células, nuestro ADN, nuestra conciencia pueda integrarla, necesitamos estar disponibles. Eso significa descansar, hidratarse, estar tranquilos, llorar si hace falta, respirar profundo, liberar lo que se estanca
Llevo años luchando contra el burnout, he tenido que reconocer que ya no tengo la misma energía y las jornadas que solía atravesar con prisa, múltiples tareas, reuniones, responsabilidades, compromisos… ahora simplemente pesan.
El cuerpo no responde igual. La mente se nubla. La motivación se disuelve. No se trata de pereza, ni de falta de voluntad. Es una señal clara y directa: nuestro cuerpo está pidiendo tregua.
Mi sistema nervioso ha estado operando durante años bajo los efectos del cortisol y la adrenalina, las hormonas del estrés. Y ahora que la vibración planetaria está cambiando, estas hormonas ya no encuentran eco en nuestra biología. No se pueden sostener más. El cuerpo no puede seguir corriendo en piloto automático como antes.
Se que muchos están atravesando lo que yo describo, un agotamiento extremo que no se resuelve con una siesta o un fin de semana libre. Es un colapso profundo del sistema cuerpo-mente-emoción, que solo puede comenzar a sanar con una pausa real, radical, respetuosa. Y no todo el mundo lo entiende. Vivimos en una cultura que idolatra la productividad y desprecia el descanso. Donde parar se asocia con “flojera”, y el rendimiento con “valor personal”. Pero el cambio vibracional que estamos atravesando como humanidad está desmantelando ese paradigma.
Dormir, parar, decir no son actos revolucionarios porque repito pocos entienden que descansar no es perder el tiempo. Dormir no es escaparse. Es medicina. El sueño profundo permite que el cuerpo se repare, que el sistema nervioso se regule, que la conciencia se reordene. Y ahora más que nunca, es urgente respetar esa necesidad.
La energía planetaria no está disponible para seguir funcionando en modo desgaste. Quien lo intente, lo sentirá con fuerza: colapsos físicos, estados de confusión, síntomas inexplicables. Porque la lucha ya no tiene energía de respaldo. En su lugar, se nos está guiando a frenar, a elegir con conciencia, a respetar nuestros ritmos biológicos.
Y con esto llega también una lección importante: el respeto propio debe estar por encima de las expectativas ajenas.
Si ya no llegas a todo, si no puedes ir a esa reunión, si no tienes energía para ese almuerzo social, está bien. Tienes permiso para elegirte. Para decir no sin culpa. Para dejar de complacer. Para descansar aunque otros no lo comprendan.
Porque descansar es honrar el cuerpo, es honrar la vida. Y esta etapa planetaria no se trata de seguir cumpliendo, sino de empezar a sostenernos desde el ser, no desde el deber.
Ejemplos de personajes públicos que nos dejan una gran enseñanza:
Steve Jobs
Carta a la comunidad Apple (enero de 2009)
En una carta pública dirigida a la comunidad de Apple y difundida el 5 de enero de 2009, Steve Jobs explicó con claridad por qué había perdido peso durante 2008: se trataba de un desequilibrio hormonal que impedía a su cuerpo absorber las proteínas necesarias. Jobs agradeció el apoyo recibido, aseguró que ya había iniciado el tratamiento y expresó que planeaba retomar sus funciones como director ejecutivo mientras se recuperaba. Asimismo, enfatizó que comunicaría al Consejo si su salud le impidiera seguir en el cargo .
Email para sí mismo (2 de septiembre de 2010) — días antes de su muerte
“No cultivo casi nada de lo que como… no inventé el lenguaje ni las matemáticas que uso… cuando necesité atención médica, fui incapaz de ayudarme a mí mismo… soy totalmente dependiente de mi especie para vivir y prosperar.”
Discurso en Stanford (2005) — clave espiritual
En su famoso discurso de graduación en la Universidad de Stanford, Jobs compartió cómo su diagnóstico de cáncer le enseñó que “recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante para tomar grandes decisiones en la vida”. Explicó cómo esa conciencia disuelve el orgullo, el miedo al fracaso y las expectativas externas, dejando solo lo esencial: vivir desde el corazón, siguiendo nuestra intuición .
También dijo: “La muerte es probablemente la mejor invención de la vida. Es el agente del cambio de la vida”.
Correspondencia informal — sobre la fragilidad de la vida
En emails hacia conocidos, llegó a escribir frases como: “Life is fragile”, respondiendo con compasión ante el sufrimiento ajeno
Conexión con mi narrativa: descanso, cuerpo y propósito
Estas piezas de Steve Jobs nos aportan ejemplos poderosos:
- La carta de 2009 muestra cómo alguien al frente de una gran responsabilidad debe decidir priorizar su salud y elegir descansar, incluso cuando se espera lo contrario.
- El email personal de 2010 revela humildad, aceptación de la dependencia humana y una reflexión sobre los límites del control—muy en línea con la idea de soltar y regresar a lo esencial.
- El discurso de Stanford conecta directamente con tu mensaje: saber cuándo parar, eliminar lo que no importa y vivir auténticamente, conscientes de nuestra finitud.
Te muestro como una figura poderosa eligió frenar,priorizar salud y pedir espacio para sanar sin culpa.
Siendo un ejemplo de humildad ante la fragilidad y dependencia, contrastando el exceso de control con la entrega confiada.
Nos inspira a vivir desde la conciencia del finitud y soltar expectativas externas, elegir el corazón.
Otros personajes con experiencias similares de agotamiento extremo y transformación profunda |
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Queen Latifah
En 2019 admitió haber atravesado un burnout severo: “El agotamiento no es solo una palabra; puedes sentirte físicamente agotado a nivel celular”.Debió retirarse temporalmente para recuperarse, entendiendo que agotamiento profundo no se cura con pausas superficiales .
Beyoncé
Canceló shows en 2011 por agotamiento y posteriormente se tomó un año sabático para cuidar su salud mental. Comentó que comenzó a perder claridad sobre su identidad y sentido, al estar inmersa en la exigencia constante .
Sandra Bullock
Reconoció públicamente: Estoy agotada. Estoy tan cansada, y no soy capaz de tomar decisiones saludables e inteligentes. Decidió priorizar su propio ritmo y liberarse de expectativas externas que ya no le servían.
Tiffany Haddish
Tras trabajar casi sin descanso en 2018, se presentó exhausta en una gala de Nochevieja. Relató: “Trabajé casi todos los días el año pasado… dormí en mi propia cama solo 28 días”.
Artistas como Selena Gomez, Lady Gaga, Zayn Malik, Millie Bobby Brown, entre otros, han relatado agotamientos físicos, ansiedad y colapso por exceso de presión y falta de descanso:
Millie Bobby Brown y Selena Gomez cancelaron compromisos por agotamiento extremo, reconociendo que solo el descanso consciente les devolvió el equilibrio .
Connie Converse
Músico y académica que, tras años de desánimo, escribió cartas finales en 1974 a amigos y familiares. En ellas decía:
Déjame ir, por favor; y por favor acepta mi agradecimiento… Simplemente no puedo encontrar mi lugar para conectarme”.*
Un mensaje profundo de agotamiento emocional y necesidad de reposo radical antes de desaparecer .
Ya no se trata de llegar a todo. Se trata de llegar a uno mismo. Ya no se trata de sostener personajes. Se trata de habitar el cuerpo en quietud. La nueva frecuencia no recompensa el esfuerzo vacío, sino la presencia verdadera.
Hoy, más que nunca, descansar sin culpa, soltar sin miedo y sentir sin juicio, es el mayor acto de amor que puedes darte porque el personaje que fuimos… ya no funciona.
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