EL PROPÓSITO TRAS LA ESPERA
“Cada espera tiene su propósito. Poner los ojos en Jesús” nos invita a reflexionar cómo, en lugar de ver este período como un vacío o una frustración, podemos interpretarlo como una oportunidad para crecer, aprender y fortalecer nuestra fe. El acto de poner los ojos en Jesús no solo significa centrarse en Él en los momentos de espera, sino también reconocer que Él tiene un propósito y un plan en cada estación de nuestra vida, incluso cuando no entendemos el porqué de la demora.
La espera como parte del proceso divino
En la vida , la espera no es algo accidental o fortuito, sino que tiene un propósito más grande. A menudo, en nuestra vida cotidiana, cuando estamos esperando algo —ya sea una respuesta a una oración, un cambio en nuestras circunstancias, o una situación que no se resuelve como queremos— podemos sentir ansiedad, frustración e impaciencia. Sin embargo, la espera, cuando es vista desde una perspectiva espiritual, es vista como un proceso divino que nos prepara para algo más grande que lo que esperamos.
Dios no es ajeno a nuestras emociones o inquietudes; Él entiende las dificultades que encontramos en la espera, pero también sabe que en esos momentos Él está moldeándonos, guiándonos y enseñándonos lecciones importantes. Las Escrituras hablan de la importancia de esperar en el Señor. En Isaías 40:31, se dice: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Aquí se nos muestra que la espera en Dios no es pasiva ni estancada. En lugar de debilitarnos, puede fortalecernos y transformarnos, dándonos la energía y la claridad necesarias para el próximo paso.
Poner los ojos en Jesús: El foco en el propósito divino
Poner los ojos en Jesús, en este contexto, significa fijar nuestra atención en Él mientras atravesamos cualquier período de espera. Cuando nuestras expectativas o deseos no se cumplen rápidamente, es fácil desviarnos hacia el desaliento o la desesperación. Sin embargo, mirar a Jesús nos recuerda que Él tiene un plan perfecto, incluso cuando no comprendemos todos los detalles.
En la Biblia, en Hebreos 12:2, se nos anima a "ponernos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe". Esta es una invitación a enfocar nuestra atención en Él en todo momento, especialmente en los períodos de incertidumbre. Jesús no solo es nuestro ejemplo de fe, sino también el sostén de nuestra esperanza. Al fijar nuestros ojos en Él, podemos aprender a confiar más profundamente en su tiempo, que es siempre perfecto, aunque a menudo no sea el nuestro, reconocer que Él es nuestra guía y nuestro propósito, no solo el fin de nuestras oraciones o deseos. A través de los momentos de espera, Él está formando en nosotros algo que, a la larga, nos acercará más a su voluntad y nos permitirá tener una visión más clara de lo que realmente necesitamos. La espera nos enseña a confiar en su sabiduría y a soltar el control sobre lo que no podemos manejar.
La espera como una oportunidad para profundizar nuestra relación con Dios
La espera es un espacio de crecimiento espiritual. Mientras aguardamos respuestas, resultados o cambios, hay una oportunidad para profundizar nuestra relación con Dios. Si usamos este tiempo para buscarlo, para orar, para meditar en Su palabra, y para servir a los demás, veremos que la espera no es un tiempo perdido, sino un período de renovación.
En muchas ocasiones, Dios usa estos momentos para acercarnos a Él de una manera que la prisa no permitiría. En la calma de la espera, tenemos la oportunidad de aprender más sobre Su carácter, Su fidelidad, y Su amor incondicional. La espera, cuando es entregada a Jesús, se convierte en un tiempo de transformación personal, donde la fe es fortalecida y la dependencia de Dios crece.
Aprender la lección de la paciencia
La paciencia es una virtud cristiana fundamental, pero rara vez es algo que obtenemos de manera instantánea. La espera nos enseña a ser pacientes, a entender que nuestras vidas no están determinadas por nuestra prisa, sino por el tiempo perfecto de Dios. La paciencia no significa pasividad; significa confianza. Confiamos en que lo que estamos esperando, cuando llegue, será lo que necesitamos en ese momento específico, ni antes ni después.
Jesús mismo nos dio el ejemplo de la paciencia. Él esperó el momento oportuno para comenzar su ministerio, y también esperó en los momentos difíciles, como en el Getsemaní, cuando en su humanidad pidió a Dios que apartara de Él el sufrimiento, pero al final confió en el plan divino. En ese acto de sumisión, Jesús nos muestra cómo la espera puede ser un acto de confianza profunda.
La espera como preparación para el propósito más grande
El propósito de nuestra espera puede no ser siempre claro de inmediato. Sin embargo, cuando dejamos que Dios trabaje en nosotros durante ese tiempo, podemos estar seguros de que nos está preparando para algo más grande. La espera no es un castigo ni una prueba arbitraria, sino una preparación para lo que Dios tiene reservado para nosotros.
Un ejemplo claro de esto es la vida de Abraham. Dios le prometió a Abraham que sería el padre de una gran nación, pero la promesa no se cumplió hasta muchos años después. Durante ese tiempo de espera, Abraham tuvo que aprender a confiar en el tiempo de Dios y a creer que, aunque no veía resultados inmediatos, el propósito divino estaba en marcha. Su fe fue puesta a prueba, y finalmente, cuando Isaac nació, la promesa de Dios fue cumplida.
De igual manera, cuando estamos esperando, Dios no solo está haciendo algo en nuestras circunstancias externas, sino que está transformándonos internamente. Nos está preparando para recibir lo que Él ha planeado para nosotros. Por lo tanto, la espera no debe ser vista como algo negativo, sino como un proceso activo de preparación y madurez.
Esperar con esperanza
La clave está en entender que la espera, lejos de ser un obstáculo, es una herramienta en las manos de Dios para hacernos más fuertes, más pacientes y más dependientes de su gracia. Cuando mantenemos nuestros ojos puestos en Jesús, cada período de espera se convierte en una oportunidad para crecer más cerca de Él, para profundizar nuestra fe y para prepararnos para el propósito que Él tiene para nosotros.
Con cariño,
✨ Ladiosaquetehabita ✨
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