En este espacio podrás encontrar temáticas para ACTIVAR TU LUZ y en especial para equilibrar las energías. Recuerda siempre, eres dueño y responsable de tu vida y además dispones de tu libre albedrío, las decisiones solo te pertenecen a tí y en tí está la decisión de vivir en paz, armonía, bienestar y abundancia.
La energía que perdemos por no ser nosotros mismos
Hay un desgaste que no se ve, pero se siente. Un cansancio que no viene del cuerpo, sino del alma. Y muchas veces, la raíz de ese agotamiento está en algo que hacemos sin darnos cuenta: fingir.
Fingir que estamos bien.
Fingir que algo nos gusta.
Fingir que nos da igual.
Fingir que encajamos.
Fingir que no nos duele.
Fingir es una estrategia de supervivencia. La aprendimos desde pequeños, en casa, en la escuela, en la calle. Aprendimos a suavizar lo que somos para no incomodar, para evitar el rechazo, para recibir afecto o reconocimiento. Pero ese personaje que creamos para movernos por el mundo, poco a poco, nos va robando la energía vital.
Fingir no es gratis. Cada vez que actuamos de forma distinta a lo que sentimos, cada vez que decimos sí queriendo decir no, cada vez que callamos por miedo a perder… estamos gastando energía. Y mucha.
Es como vivir representando una obra de teatro en la que el papel principal lo interpreta alguien que no somos. Y para que esa actuación no se caiga, tenemos que estar atentos, tensos, cuidando cada gesto, cada palabra, cada emoción. No es de extrañar que, al final del día, nos sintamos agotados sin haber hecho nada físicamente extenuante.
¿Y si usáramos esa energía en otra cosa?
Imagina por un momento todo ese esfuerzo que pones en fingir, redirigido hacia algo más genuino, por ejemplo
En crear algo que te motive.
En construir relaciones sinceras.
En cuidar tu salud mental.
En aprender algo que te nutra.
En sanar lo que realmente duele.
La autenticidad, aunque al principio parezca arriesgada o incómoda, libera. Lo que al principio da miedo, luego se vuelve liviano. No tienes que recordarte qué papel estás jugando, ni qué parte de ti estás escondiendo. Solo estás. Y eso da una tranquilidad que no se compra.
Pero, ¿por qué nos cuesta tanto dejar de fingir?
Porque ser real implica exposición. Implica el riesgo de no gustar, de no ser comprendido, de perder ciertas “ventajas sociales” que el personaje te da. Pero también implica algo más profundo: el miedo a enfrentarte con quien realmente eres. Y eso, en un mundo de imágenes perfectas, da vértigo.
Sin embargo, ningún personaje puede darte la paz que da vivir sin dobleces. Fingir puede dar beneficios a corto plazo, pero a largo plazo desgasta, fragmenta, disocia. Vivir con honestidad te puede dejar más solo a veces, pero también te deja más completo, más fuerte y más en paz.
La próxima vez que sientas que no puedes más, pregúntate si el cansancio viene del cuerpo o del alma. A veces no necesitamos dormir más, sino fingir menos.
Dejar de fingir no significa volverse brusco o insensible. Significa ser fiel a lo que uno siente, y actuar en coherencia sin destruir a otros ni destruirte a ti. Significa reconocer que la energía que inviertes en aparentar, puedes usarla en construir la vida que realmente quieres.
Y aunque al principio cueste, hay una libertad inmensa en poder decir: Esto soy. Y está bien.
Con cariño,
✨ Ladiosaquetehabita ✨
PUEDES APOYAR ESTE CONTENIDO HACIENDO UN DONATIVO EN
Comentarios
Publicar un comentario