LA FIESTA Y LA HIPOCRESÍA - LUCIR BIEN EXTERNAMENTE

Limpiar por fuera, ensuciar por dentro: una lección de hipocresía moderna


Jesús, en el Evangelio, acusaba a los fariseos de limpiar el vaso por fuera mientras por dentro estaba lleno de robo e injusticia (Mateo 23:25). La imagen es clara: la apariencia importa más que la verdad; lo superficial, más que lo esencial.

Esa misma escena parece repetirse hoy en nuestros barrios y ciudades. Lugares olvidados, llenos de basura, descuidados por años, de repente son limpiados, desinfectados y embellecidos cuando llega una fiesta popular. Como si de un golpe de escoba se pudiera borrar la dejadez de lo cotidiano. Para las cámaras, para los visitantes, para la foto: todo reluce. Pero pasado el evento, la vida real vuelve, y con ella la suciedad y el abandono de siempre.

La paradoja es dolorosa. Recursos que podrían invertirse en mejorar la calidad de vida diaria —la limpieza estable, los servicios públicos, la convivencia pacífica— se destinan a preparar el terreno para un espectáculo en el que muchos solo saben divertirse entre alcohol, ruido y peleas. El esfuerzo no está en lo profundo, en lo que transforma la vida de las personas, sino en el barniz externo que dura unos pocos días.

Eso es hipocresía social: aparentar orden y bienestar cuando la raíz sigue siendo caos y descuido. Tal como denunció Jesús, se cuida lo que se ve, no lo que realmente importa.

El mal se disfraza así: promueve una diversión vacía que deja más heridas que alegrías, y desvía recursos de lo esencial a lo pasajero. Mientras tanto, lo interior —los corazones, las familias, las calles del día a día— sigue sin limpiarse.

La lección evangélica es clara: no basta con barrer por fuera. Lo que da vida y esperanza es la limpieza profunda: la del interior de las personas, la del compromiso real con la comunidad, la que no se hace para aparentar, sino para transformar.


 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.» — Mateo 23:25 

Además, Jesús agrega una recomendación poderosa al versículo siguiente:

«¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.» — Mateo 23:26 

En el Evangelio de Lucas también aparece una versión muy similar:

«Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato; pero por dentro estáis llenos de robo y de maldad.» (Lucas 11:39) 

Los vasos y platos eran símbolos comunes. Jesús compara a los fariseos con personas que se preocupan por lucir bien externamente, pero sin limpiar su interior moral o espiritual. Es una crítica a quienes se cuidan de lo superficial, de lo que se ve, mientras esconden actitudes corruptas, egoístas o injustas.

La lección central está en que la verdadera pureza —esa que Dios valora— debe partir del interior. Al limpiar primero lo interno (nuestras actitudes, motivaciones, corazón), lo externo también comenzará a reflejar autenticidad y verdad.

Lo externo se maquilla, se limpia, se embellece para dar buena imagen unos días, mientras que lo cotidiano, lo profundo, lo que realmente necesita atención, se descuida. Y eso conecta directamente con lo que Jesús denunció: la hipocresía de mostrar pureza por fuera, mientras dentro (o en lo esencial) está todo corrompido o abandonado.

Con cariño,
✨ Ladiosaquetehabita  ✨


PUEDES APOYAR ESTE CONTENIDO HACIENDO UN DONATIVO EN 

Puedes visitar mis canales de YouTube en

ladiosaquetehabita1

ladiosaquetehabita2







Comentarios

Entradas populares