UNA EXPERIENCIA PERSONAL SOBRE LA SALUD EN EL TRABAJO
Fortaleza mental y los límites invisibles
Hace algunos años, alguien en mi empresa me dijo que tenía mucha fortaleza mental. En ese momento, fue un halago que valoré mucho. Creí que esa fortaleza me haría invulnerable frente a las dificultades. Sin embargo, hoy sé que esa fortaleza, mal entendida, se volvió en mi contra.
Durante mucho tiempo, quizás demasiado, me hice la fuerte, aunque no siempre lo fui realmente. Disimulé lo que sentía por dentro y aguanté para evitar conflictos, para que no se generaran más problemas. Pero la que terminó agotada y desgastada fui yo.
Intenté buscar ayuda, hablar con muchas personas, y muchas veces la respuesta fue el silencio. Un silencio que también es una respuesta, y que muchas veces significa que lo que duele queda invisibilizado.
En noviembre del año pasado después de dos meses de baja , decidí darme de alta voluntariamente tras un proceso de tratamiento, en el cual sigo. Pensé que estaba mejor y quise intentarlo. Pero lo que encontré fue una realidad que no había cambiado, o incluso había empeorado.
Hoy puedo afirmar que el problema no es el trabajo en sí, ni las tareas que desempeño. El problema es el abuso y la injusticia. Un ambiente laboral tóxico que desgasta y consume hasta dejarte casi sin fuerzas.
Llevo casi dos semanas de baja, en este tiempo, he podido hacer poco más que estar en cama y pasear a mi perro, el cuál me impulsa a salir y respirar. Cuando la mente me lo permite, escribo, y por suerte ya tenía programado el blog, Youtube para todo el año, vídeos y publicaciones preparados con anticipación. Esto ha sido mi refugio, una manera de mantenerme conectada y canalizar mi energía cuando podía.
Desde noviembre he vivido varias crisis de ansiedad. Momentos en los que me he sentido perdida, incluso en situaciones de peligro, donde he tenido que pedir ayuda para poder continuar. Sólo en pequeños momentos he encontrado un poco de paz para mi mente y mi cuerpo agotado.
Cada mañana al despertar le pedía a Dios fuerzas y energías para continuar, pero a veces tenía la impresión de que no me escuchaba.
¿Cómo puede un ambiente laboral llegar a desgastarte de esta forma? ¿Cómo puede el abuso sistemático dejarte al borde del colapso?
No sé aún si estoy en proceso de recuperación, pero sí sé que la fortaleza mental no es sinónimo de resistirlo todo sin pedir ayuda. La verdadera fortaleza está en reconocer cuándo necesitamos parar y cuidarnos.
Reflexión y llamada a la acción
He aprendido que poner límites es imprescindible, pero no basta con definirlos si no se respetan. En muchas ocasiones, puse mis límites, pero no fueron atendidos ni valorados. Por eso, debemos exigir que se respeten, porque nuestro bienestar no puede ser negociable.
El trabajo debería ser un medio para crecer, tanto personal como profesionalmente, una fuente de desarrollo y bienestar. No un espacio que nos empobrezca como personas y nos desgaste hasta casi desaparecer.
No me quejo de mi trabajo ni de mis responsabilidades. Amo lo que hago. Pero cuando digo “no puedo más”, lo digo con toda la honestidad que mi cuerpo y mi mente me permiten.
Te invito a que reflexiones sobre tu propio entorno laboral: ¿Se respetan tus límites? ¿El trabajo te permite crecer o solo te consume? Recuerda que mereces un trabajo que te ayude a vivir mejor, no uno que te desgaste.
No temas reconocer tus límites y defender tu bienestar. Al final, nadie puede cuidar de ti mejor que tú.
Comentarios
Publicar un comentario