LOS ERRORES DEL DUELO
En este post y con el enfoque de Xico Xabier quiero hablar de la importancia del desapego como una forma de amor maduro, tanto en la vida como en la muerte.
Chico Xavier decía que el error del duelo robaba la paz al alma desencarnada, pero eso no se limitaba a lo que pasa después de morir: también es una enseñanza sobre cómo vivir. Porque vivir con apego es vivir con miedo a perder, a sufrir, a quedar solo. Es querer controlar lo que no se puede controlar. Y eso nos hace daño… y también a los demás.
En la vida, nos cuesta dejar ir una relación que ya no nos hace bien, un trabajo que nos consume, una amistad que ya no tiene sentido, porque confundimos el apego con amor, con fidelidad, con responsabilidad. Y en ese aferrarse, muchas veces terminamos haciendo sufrir —o sufriendo nosotros— más de lo necesario.
Pero
Nadie que nos quiera de verdad querrá vernos infelices.
Y así como un padre no quiere ver sufrir a su hijo, el alma tampoco quiere que sus seres amados queden estancados en el dolor cuando ella parte.
En la muerte, cuando alguien desencarna, el alma necesita espacio, tiempo, silencio espiritual para adaptarse. Pero si los que quedan en la Tierra se aferran con desesperación, eso actúa como una cuerda energética que no deja avanzar.
Entonces, el desapego se vuelve un acto de amor: decir internamente “te dejo ir, pero te amo siempre”. No es olvido, es libertad.
El desapego no es frialdad: es amor con conciencia
El desapego no significa volverse frío, ni dejar de amar. Significa:
- Amar sin poseer.
- Acompañar sin controlar.
- Soltar sin dejar de recordar.
Tanto en vida como después de la muerte, el verdadero amor desea la libertad del otro, incluso si eso implica su ausencia física.
Te comparto mi reflexión inspirada en el enfoque de Chico Xavier
“Así como en la vida dejamos partir a quienes amamos porque queremos verlos crecer, volar, vivir su destino... también en la muerte debemos permitir que el alma siga su camino sin amarras, sin lamentos que la retengan. Amar es también saber decir: ‘Ve en paz, estoy bien, y te amaré sin ataduras’. El alma que se eleva, libre del dolor de quienes deja atrás, puede entonces enviarnos luz con mayor fuerza, sin el peso del apego.”
Nuestra mente, atrapada en el cuerpo, en el tiempo y en los sentidos, se acostumbra a creer que lo real es solo lo que podemos tocar, ver y medir. Por eso, la muerte parece el fin. Y esa idea del “fin” es una de las grandes trampas que impiden nuestro crecimiento espiritual.
Pensar que somos solo este cuerpo, este nombre, esta historia breve… es como pensar que un libro es solo su portada.
Pero el alma sabe más. A veces en sueños, a veces en intuiciones, a veces en el amor que sentimos por alguien que ya no está. Todo eso es la conciencia profunda, tratando de recordarnos: esto no es todo.
La evolución de nuestra alma no termina con la muerte
Como bien dije: el alma viene a experimentar aquí para crecer, pero lo no resuelto, lo que no comprendimos, lo seguimos trabajando después de la muerte. El mundo espiritual no es un cielo o un infierno estático: es un plano de continuidad, de responsabilidad, de aprendizaje.
En los libros psicografiados por Chico Xavier, especialmente los dictados por el espíritu André Luiz, esto es muy claro: muchos espíritus al desencarnar siguen “viviendo” con sus conflictos, sus pasiones, sus apegos, y deben seguir trabajando en su evolución desde allá.
Nadie se vuelve santo por morir.
Nadie escapa del trabajo del alma.
Solo cambiamos de plano, no de esencia.
¿Por qué esta idea es tan difícil de aceptar?
Porque nos aferramos a lo inmediato. Porque la cultura materialista nos ha enseñado que solo vale lo que se ve. Y también porque el ego teme a lo que no puede controlar.
Pero cuando empezamos a abrirnos a la posibilidad de que la vida continúa, no como una esperanza ingenua, sino como una realidad espiritual profunda, todo cambia:
- El sufrimiento tiene sentido.
- Las pérdidas se resignifican.
- La muerte deja de ser castigo y se vuelve regreso.
- El amor se convierte en puente eterno.
Una verdad simple pero transformadora
La muerte no interrumpe la evolución. Solo cambia el escenario.
El alma sigue, crece, aprende, ama, repara, perdona… incluso allá.
Pero cuanto más comprendamos eso aquí, más suave será la transición, más libre será el espíritu, y más pleno el proceso.
Mensaje psicografiado
Transmitido por espíritu amigo, recibido en quietud del alma
“No llores más por mí. Yo no he partido en la oscuridad. He despertado en la luz.”
Sentí tu tristeza como un eco suave en mi nueva morada. No me dolió tu llanto, pero me retuvo. Sentí tus pensamientos como hilos de nostalgia que me anclaban a un lugar del que ya debía soltarme.
Sé que tu amor es inmenso, y por eso mismo, te pido que me dejes seguir. Porque el amor verdadero no encadena, ni en la Tierra ni en el Cielo.
Aprendí aquí que el alma, para elevarse, necesita ligereza. Y tus lágrimas, aunque nacen del amor, son como rocíos que pesan cuando caen una y otra vez.
Recuérdame con dulzura. Háblame en tus oraciones. Pero no detengas tu vida por mi ausencia. Yo sigo vivo, más vivo que antes.
Cuando sonríes, me llega tu luz. Cuando sigues adelante con fe, yo avanzo contigo.
No es el olvido lo que te pido. Es el desapego que ama sin aprisionar.
Y así como en la Tierra dejamos atrás lo que ya no nos pertenece, también aquí debemos dejar atrás el mundo material para alcanzar la plenitud del espíritu.
Gracias por todo lo que me diste. Gracias por todo lo que sigues siendo.
Yo te bendigo con el viento, con el sol, con los sueños.
Y cuando estés listo para el silencio, ahí estaré.
— Tu alma hermana en el camino eterno 🌿
El alma siempre responde al llamado del amor sincero.
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